En la primavera del año 2003, durante una visita a Tlaxiaco, en Oaxaca, México, conocí a un caballero que residía en un pueblo vecino, en la afueras de la ciudad. El señor me invitó a visitar su pueblo a dar una charla sobre letrinas ecológicas secas. Acepté y procedí a apuntar su nombre y dirección. Él dijo: "Eugenio Domínguez Cruz, domicilio conocido, San Miguel del Progreso." Yo insistí: ¿Cuál es su dirección?" A lo que él respondió: "Domicilio conocido." Allí me di cuenta que en un pueblo pequeño no es necesario tener una dirección.
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