1. INTRODUCCIÓN
En la Naturaleza todo está relacionado. La corteza terrestre y su entorno, incluidos el clima, el agua, los suelos, los nutrientes, la flora y la fauna, interactúan entre sí en el tiempo y el espacio de maneras infinitas y evidentemente autoperpetuantes. Mientras tanto, el ser humano se han esforzado por explorar la Naturaleza dividiéndola en campos convenientes. Este enfoque ha dado paso a varias ciencias naturales, entre ellas la geología, la geomorfología, la climatología, la hidrología y la ecología. Durante los últimos dos siglos, el desarrollo de los campos científicos ha producido una gran cantidad de conocimientos; este conocimiento se ha obtenido a expensas de la visión holística. Durante las últimas tres décadas, se ha abierto un nuevo horizonte. Ya no basta con concentrarse en una sola ciencia. Un enfoque así puede lograr maravillas disciplinarias, pero no describe la interacción entre dos campos estrechamente relacionados, por ejemplo, la hidrología y la ecología. El nuevo paradigma es el enfoque interdisciplinario, el cual se esfuerza por conectar campos relacionados en un continuo de conocimiento que busca describir la Naturaleza de una manera más integral y holística. De ahí el auge de los campos de la ecohidrología y la hidroclimatología. La ecohidrología estudia las relaciones entre la flora/fauna y los procesos hidrológicos incorporados en el ciclo del agua. Las plantas y los animales no pueden existir sin agua; de ahí la justificación para el estudio de las relaciones entre ellos. Estas relaciones están en el centro de la ciencia relativamente nueva de la ecohidrología. El clima y el ciclo hidrológico interactúan entre sí de innumerables maneras. En pocas palabras, uno no podría describirse sin el otro. Un ejemplo de ello: ¿la precipitación produce vegetación? ¿O la vegetación produce precipitación? Esta dicotomía está en el centro de la ciencia de la hidroclimatología, el estudio de las relaciones entre el clima y el agua, incluidos ríos, lagos, aguas subterráneas y océanos. La nueva ciencia de ecohidroclimatología, es un paso en la dirección correcta, es decir, una combinación de ecohidrología e hidroclimatología. La flora y la fauna interactúan con la geología, el agua y el clima circundantes de diversas maneras, demasiado complejas para describirlas adecuadamente desde una perspectiva disciplinaria. El objetivo fundamental de la Naturaleza es la estabilidad, plasmada en el concepto de equilibrio dinámico, que reconoce la presencia de cambio dentro de un sistema esencialmente estable. Entonces, la ecohidroclimatología es el estudio de las relaciones entre ecología, hidrología y climatología, cuyo objetivo es aclarar las leyes naturales que sustentan el equilibrio dinámico. Este informe explora conceptos de geología, geomorfología, climatología, hidrología y ecología, con el objetivo de contribuir al desarrollo de un enfoque interdisciplinario. El objetivo es investigar los "por qués" de la Naturaleza, los cuales actualmente se esconden en o cerca de los límites entre estas disciplinas. Es probable que se respondan importantes preguntas bajo la nueva óptica de la ecohidroclimatología. Aquí se postula que la geomorfología sirve como el "pegamento" que une los otros campos. Varios ejemplos prácticos ayudan en la defensa de la geomorfología como una herramienta muy útil en el analysis. 2. GEOLOGÍA
La geología es el estudio de la corteza terrestre, las rocas que la componen y los procesos por los cuales las rocas sufren cambios. La geología se puede utilizar como medio para estudiar la historia de la Tierra, sus climas pasados y la historia evolutiva de la vida. Estrechamente relacionado con la geología está el campo de la geografía, que describe la Tierra y todas sus complejidades físicas y humanas. La geografía describe los océanos, la Tierra, las montañas, los valles, los ríos, los lagos y otras características de la superficie de la Tierra.
El campo de la geología es la corteza utilizable de la Tierra, interpretada vagamente como la capa de la superficie terrestre de unos 10 km de espesor (Chebotarev, 1955). Si bien se reconoce que ciertos procesos geológicos, incluidos el tectonismo y el vulcanismo, pueden tener su origen a mayores profundidades, el límite de 10 km es importante porque representa la corteza de meteorización, en la cual tiene lugar una interacción activa de la geología con el agua subterránea. Durante el siglo pasado (Siglo XX), las sociedades humanas desarrolladas se han vuelto cada vez más dependientes del agua subterránea.
La geología estudia los distintos tipos de rocas de la superficie de la Tierra, incluidas las ígneas, sedimentarias y metamórficas, y la información que puede extraerse de la historia geológica para beneficio de la humanidad. La geología interactúa con el clima y las leyes fundamentales de la física y la química para producir una Tierra que, si bien es lisa y redonda cuando se observa desde el espacio, puede parecer rugosa o irregular cuando se ve de cerca.
Un simple cálculo servirá para ilustrar la dicotomía. El punto más alto de la superficie de la Tierra es la cima del Monte Everest, que se extiende a ambos lados de los países de Nepal y China. Su pico está a una altitud de 8.848 m. Por otra parte, la circunferencia de la Tierra, medida en el ecuador, tiene 40.075 km de longitud. Considerando cada cuadrante, la rugosidad relativa máxima de la superficie de la Tierra (excluyendo, para fines prácticos, las profundidades de los océanos) es de hecho bastante pequeña:
Sin embargo, cualquiera que haya escalado el Monte Everest dará fe del desafío de escalarlo (Fig. 1). El levantamiento tectónico, al que el Monte Everest debe su fuerza es, por tanto, nuevo, desde un punto de vista geológico.
En el otro extremo, hay porciones de la superficie terrestre que son extremadamente planas; por ejemplo, el Salar de Uyuni, en el suroeste de Bolivia, el más grande del mundo, con 10.582 km2 de superficie. El lago salado, cubierto por unos pocos metros de costra de sal, es de una extraordinariamente plano, presentando variaciones de elevación de menos de un metro en toda el área del lago (Fig. 2). Geográficamente, Uyuni se encuentra en el extremo de la gran cuenca endorreica del Altiplano de Perú y Bolivia, recogiendo las sales que se originan en la cuenca del lago Titicaca y las de otros lagos de la región. La llanura de Uyuni transmite un mensaje de extenso hundimiento y sedimentación y, geológicamente hablando, de tiempo pasado. La fuente de toda la sal es la erosión de las rocas. Sin embargo, el destino de la sal tiene dos vertientes: en las cuencas exorreicas, termina en el océano; en cuencas endorreicas se acumula en salares y, en casos extremos, en salares muy extensos como Uyuni.
La geología por sí sola no explica todos los procesos que ocurren en la superficie de la Tierra. La geología es sólo el primero de una cadena de procesos relacionados que condicionan y hacen posible la vida en la Tierra. La geomorfología bien puede ser la segunda. 3. GEOMORFOLOGÍA
La geomorfología es el estudio científico de los accidentes geográficos y los procesos que les dan forma. El objetivo es comprender por qué los paisajes tienen el aspecto que tienen, estudiar la historia y la evolución de los accidentes geográficos y predecir cambios mediante observación y modelización de campo. La geomorfología se ve afectada por procesos de levantamiento y hundimiento tectónico, erosión y deposición, y la acción de agentes naturales como la gravedad, el agua, el viento, el hielo y el fuego. La geomorfología también se ve afectada por los seres vivos, como las plantas, los animales y los humanos. Los procesos duales de levantamiento y hundimiento, junto con la erosión y la deposición, son principios fundamentales de la geomorfología. A través de la elevación, la corteza terrestre sube y a través del hundimiento desciende. La erosión en las tierras altas y la deposición en las tierras bajas contribuyen a dar forma al paisaje. Los procesos físicos, químicos y biológicos se combinan para romper y desagregar las rocas. La gravedad, la precipitación y la escorrentía son responsables del desalojamiento, arrastre y transporte de fragmentos de roca y partículas de suelo (Fig. 3).
La forma típicamente cóncava de los perfiles longitudinales de los ríos garantiza que no todas las partículas desalojadas por la erosión lleguen hasta el océano. Una fracción considerable del material erosionado siempre queda atrás para formar los valles. Cuanto más extensos y profundos son los valles, presumiblemente más antiguos son. Un ejemplo de ello: dentro del valle del río Mississippi, los sedimentos que varían en edades desde el Jurásico (199-145 millones de años antes del presente) hasta el Cuaternario (2,6 millones de años hasta el presente) tienen un espesor máximo de aproximadamente 18.000 pies en el borde sur del el valle (Cushing et all. , 1964). La acumulación de sedimentos en los valles se expresa admirablemente mediante el concepto de rendimiento de sedimentos (Ponce, 1989). La cantidad de sedimento entregado a un punto aguas abajo (es decir, la producción de sedimentos) es siempre una fracción de la cantidad de sedimento producido en las tierras altas. Como era de esperar, la tasa de entrega de sedimentos disminuye con un aumento en el tamaño de la cuenca, como se muestra esquemáticamente en la Fig. 4.
La ciencia de la geomorfología se divide en los siguientes subcampos: (1) terrestre, (2) fluvial, (3) lacustre y (4) oceánico. En realidad, los patrones y la forma de la superficie de la Tierra son infinitos; no parece haber reglas o leyes generales; véanse, por ejemplo, las esculturas de roca natural que se muestran en las Figs. 5 y 6. Por lo tanto, cuando se requiere conocimiento geomorfológico para respaldar una acción y/o gestión juiciosa, no hay sustituto para la observación y la experiencia.
La geomorfología interactúa con la hidrología de varias maneras; a su vez, la hidrología interactúa con la geología, la ecología y el clima. Las relaciones son complejas y a menudo es difícil discernir las relaciones causa-efecto. Lo mejor que se puede afirmar a este respecto es que todos estos campos están intrínsecamente conectados y completamente entrelazados. Sin embargo, la geomorfología se destaca como el mecanismo unificador que parece obligar a sus ciencias hermanas. Drenaje exorreico vs endorreico La interacción más significativa entre geomorfología e hidrología la proporciona la escorrentía, que comienza poco después de que la precipitación toca el suelo. Después de las abstracciones hidrológicas, la escorrentía en la superficie de la Tierra se acumula como drenaje en arroyos y ríos. El drenaje puede ser: (1) exorreico o (2) endorreico. Los drenajes exorreicos devuelven agua al océano, cerrando el ciclo hidrológico; los drenajes endorreicos no llegan al océano, sino que regresan a la atmósfera, acortando el ciclo. Las regiones continentales periféricas son en su gran mayoría exorreicas, con arroyos y ríos que desembocan en el océano más cercano. Por el contrario, las regiones continentales no periféricas son endorreicas, con arroyos y ríos que desembocan en cuencas cerradas, acumulándose en lagos interiores. Dos factores ayudan a determinar si un sistema de drenaje en un lugar determinado será exorreico o endorreico: (1) el tamaño del continente, y (2) la forma general del terreno, modificada por: (a) levantamiento y hundimiento, y (b) erosión y deposición. Cuanto más grande sea el continente, mayores serán las posibilidades de que presente regiones continentales endorreicas. Los Estados Unidos es un buen ejemplo de un gran subcontinente que presenta drenajes tanto exorreicos como endorreicos. Las cuencas de los ríos Mississippi, Columbia y Colorado son exorreicas, para centrarnos únicamente en las tres cuencas más grandes. Sin embargo, la Gran Cuenca, que comprende la mayor parte del estado de Nevada, la mitad de Utah y secciones de Idaho, Wyoming, Oregón y California, es endorreica (Fig. 7).
Las cuencas endorreicas son de dos tipos: (1) cuencas completamente endorreicas o cerradas, y (2) cuencas parcialmente endorreicas o abiertas. Las cuencas totalmente endorreicas no tienen salida al mar; por el contrario, las cuencas parcialmente endorreicas experimentan cierto drenaje, ya sea de forma permanente, estacional o plurianual. Por ejemplo, la cuenca del Gran Lago Salado de Utah es totalmente endorreica. Como resultado, el Gran Lago Salado es un lago hipersalino, su salinidad varía de 50 a 270 ppt (partes por mil), dependiendo de la ubicación y el nivel del lago. En comparación, la salinidad del mar abierto es de aproximadamente 35 ppt. A diferencia del Gran Lago Salado, los Grandes Lagos de América del Norte son parcialmente endorreicos. Los Grandes Lagos desembocan en el Océano Atlántico a través del río San Lorenzo y, por tanto, cuentan con agua dulce. De hecho, el agua del Lago Superior, el más septentrional de los Grandes Lagos, se encuentra entre las más frescas de la Tierra, con una salinidad de 0,063 ppt. En comparación, la salinidad de las aguas dulces típicas es de alrededor de 0,2 a 0,3 ppt . La salinidad marcadamente baja del Lago Superior se debe a que quedan muy pocas sales en el paisaje geológicamente maduro, el cual está sujeto a precipitaciones relativamente altas. Nótese aquí la interacción de la geomorfología con el clima (Fig. 8).
En el tiempo geológico, las cuencas cerradas continúan recolectando sal, mientras que las cuencas abiertas presentan agua dulce de salinidad variable, típicamente entre 0,5 y 10 ppt, según el grado de endorreísmo. Un mayor grado de endorreísmo conduce a aguas de mayor salinidad. Por ejemplo, el Lago Titicaca, que se extiende a ambos lados de Perú y Bolivia, en América del Sur, descarga alrededor del 2% de su volumen anualmente y, por lo tanto, presenta un contenido de salinidad relativamente bajo de aproximadamente 1 ppt (Fig. 9). Por el contrario, el Mar Caspio, en Europa oriental y Asia, un sistema parcialmente endorreico, tiene un contenido de salinidad de 13 ppt (Fig. 10).
Significativamente, el Mar Caspio desemboca en la cuenca de Garabogazkol, el final de su drenaje cerrado. Esta última cuenca presenta una salinidad de 345 ppt, aproximadamente 10 veces mayor que la del océano. La entrada al canal tiene unos 200 m de ancho (Fig. 11).
Se ve que la geomorfología determina la hidrología y el drenaje, y que el drenaje determina la salinidad. A su vez, la salinidad determina la ecología, dando lugar a la posibilidad de que existan diferentes tipos de organismos. Se demuestra así el vínculo entre geomorfología y ecología. 4. CLIMATOLOGÍA
La climatología es el estudio del clima, es decir, de las condiciones meteorológicas de una determinada región, promediadas durante un período de tiempo. El tiempo y el clima dependen de la escala espacial de interés, la cual varía ampliamente, desde la escala global hasta la mesoescala, regional, local, micro e incluso nanoescala. La predicción del tiempo es, en el mejor de los casos, difícil debido a las numerosas relaciones entre y dentro de las escalas espaciales. Sin embargo, el clima, al ser un promedio del tiempo, es algo más predecible. Factores climáticos Varios factores afectan el clima. Los factores principales son los siguientes: (1) latitud, (2) altitud, (3) precipitación, (4) temperatura, (5) humedad relativa y (6) estación del año. Los factores secundarios incluyen: (1) corrientes atmosféricas, (2) corrientes oceánicas, (3) ubicación relativa en el continente, (4) barreras orográficas, (5) erupciones volcánicas, (6) incendios forestales, (7) condición de la superficie terrestre y, recientemente, (8) cambio climático antropogénico. El tiempo y el clima dependen de la energía y la fuente de toda energía es el Sol. La latitud es el parámetro fundamental; la proximidad al Sol determina la temperatura, el cual condiciona el clima. Las temperaturas son más altas a lo largo del ecuador y más bajas en los polos. La rotación de la Tierra sobre su eje asegura variaciones diurnas/nocturnas. La rotación de la Tierra alrededor del Sol asegura variaciones anuales (es decir, estacionales). Dependiendo de la latitud, el clima puede ser: (a) tropical, (b) subtropical, (c) templado, ( d) boreal/austral, (e) subpolar o (f) polar. Los climas tropicales tienen las temperaturas más altas, mientras que los climas polares tienen las más bajas. La proximidad al Sol es el factor determinante de la temperatura del aire cercano al suelo. La actividad biológica prospera a altas temperaturas; por lo tanto, las regiones tropicales tienen las tasas más altas de actividad biológica, a través de la fotosíntesis de las plantas y la respiración animal. La Tierra es un esferoide situado a una distancia de 149.600.000 km del Sol. Los lugares más cercanos al Sol se encuentran a lo largo del ecuador. El pico del volcán Chimborazo, en Ecuador, a 6.268 m de altitud, es el lugar de la Tierra físicamente más cercano al Sol (Fig. 12).
Todos los factores que determinan el clima están relacionados. La latitud y la altitud determinan la temperatura. La precipitación determina el tipo y densidad de la vegetación; por lo tanto, afecta la temperatura y, en consecuencia, el clima. Los rangos de temperatura más bajos corresponden a selvas húmedas, mientras que los más altos son propios de desiertos superáridos. La humedad relativa también está muy relacionada con el clima; es bajo en desiertos superáridos y alto en bosques nubosos y selvas tropicales. Las corrientes atmosféricas y oceánicas son responsables de efectos de mesoescala como la Oscilación del Sur de El Niño (ENSO). Este último se refiere a un evento descrito por una banda de temperaturas de la superficie del mar que son anormalmente cálidas (El Niño) o frías (La Niña) durante largos períodos de tiempo, y que se desarrollan a lo largo de la costa occidental tropical de América del Sur, produciendo marcados cambios climáticos a lo largo de los trópicos y subtrópicos. Los efectos típicos de El Niño son inundaciones y sequías extremas, que pueden provocar la pérdida de vidas y los daños materiales asociados. La ubicación continental (en relación con el océano más cercano) afecta el clima porque la superficie terrestre continental global combinada representa sólo alrededor del 30% de la superficie mundial. Por lo tanto, se puede suponer que alrededor de dos tercios del clima global están efectivamente controlados por procesos oceánicos. Debido al alto calor específico del agua, los gradientes de temperatura del aire en la superficie son mucho menores sobre los océanos que sobre la Tierra. Por lo tanto, las regiones continentales periféricas están sujetas a menos variabilidad de temperatura que las regiones continentales del interior. Este hecho da lugar a tres tipos de climas bien definidos: (1) hiperoceánico, sujeto a un fuerte control oceánico, (2) oceánico, con un control oceánico suave, y (3) continental, con muy poco o ningún control oceánico (Fig. 13). ) (Pulgar et al., 2010).
Las barreras orográficas afectan el clima al influir en la distribución espacial de las precipitaciones. En el lado de barlovento de una montaña, el levantamiento de masas de aire debido a la presencia de una barrera física generalmente proporciona suficiente enfriamiento para producir precipitación. En el lado de sotavento, la masa de aire se ve obligada a descender, calentándose e inhibiendo las precipitaciones (Fig. 14).
Las erupciones volcánicas cambian los patrones de precipitación al aumentar la concentración de partículas en la atmósfera inferior, lo que promueve la coalescencia, resultando en un aumento de la precipitación. Dependiendo del tamaño de la erupción y de la cantidad de partículas (cenizas) liberadas, los efectos podrían ser regionales e incluso globales. Esto fue el caso de la erupción del 15 de junio de 1991 del Monte Pinatubo, en Filipinas (Fig. 15), la segunda erupción terrestre más grande desde la del Krakatoa en 1883. La erupción del Monte Pinatubo provocó una caída de las temperaturas globales de aproximadamente 0,5°C en los dos años siguientes.
Los incendios forestales, tanto naturales como inducidos por el hombre, afectan al clima de forma muy similar a las erupciones volcánicas, aunque en menor grado y extensión geográfica. Por lo general, los incendios forestales provocan un aumento de las precipitaciones locales/regionales, una mayor erosión del manto del suelo y deposición en otros lugares, y cambios en el clima local y posiblemente incluso en el clima regional. Es probable que estos últimos sean temporales y duren sólo hasta la recuperación total de la vegetación nativa. La Figura 16 muestra las secuelas del incendio Shockey, en Tierra del Sol, condado de San Diego, California. El incendio, que comenzó el 23 de septiembre de 2012, duró varios días y quemó 2,553 acres de vegetación de chaparral. Treinta estructuras fueron destruidas y se perdió una vida.
La topografía y el estado de la superficie terrestre también afectan el clima local, aunque estos efectos no son fácilmente discernibles. El parámetro físico fundamental es el albedo, el coeficiente de reflectividad de la superficie terrestre hacia la radiación de onda corta. El albedo de una selva tropical varía entre 0,07 y 0,15; por otro lado, la de un desierto superárido está en el rango 0,30-0,60 (Fig. 17).
Es probable que los cambios en el albedo, ya sean naturales o inducidos por antropogenia, alteren el balance de radiación cerca de la superficie y conduzcan a cambios en los patrones de precipitación El cambio climático antropogénico es el factor más nuevo en la climatología. Después de casi 30 años de estudio, la ciencia convencional ha llegado a la conclusión de que la quema concertada de combustibles fósiles, para impulsar el desarrollo industrial y el transporte vehicular, ha producido un desequilibrio entre la fotosíntesis y la respiración a escala global (http://www.ipcc.ch; Ponce, 2011). Esto ha provocado un aumento del dióxido de carbono atmosférico, de unas 290 ppm a principios del siglo XX a 420 ppm en la actualidad (2023). Al retener el calor a través de la vibración, la molécula diatómica de dióxido de carbono (CO2) produce un efecto invernadero, que resulta en un aumento de la temperatura del aire cerca de la superficie (Arrhenius, 1896) (Fig. 18).
Continuando con su aparentemente inexorable aumento, el exceso de dióxido de carbono atmosférico está provocando cambios climáticos sensibles, como el aumento de las temperaturas medias de la superficie, el aumento del derretimiento de los casquetes polares y de los glaciares, el aumento del nivel medio de los océanos y fenómenos meteorológicos extremos notablemente más intensos, como inundaciones más intensas, sequías, incendios forestales, huracanes y tsunamis. Clasificación del clima Los parámetros fundamentales en la clasificación climática son la temperatura media y la precipitación media anual. En las regiones tropicales y subtropicales, la temperatura varía con la elevación, mientras que la precipitación varía principalmente con la ubicación continental y la presencia o ausencia de características orográficas. Se puede proponer una clasificación climática sencilla basada únicamente en la precipitación, de especial aplicabilidad a las regiones tropicales y subtropicales.
La base de la clasificación climática es la precipitación terrestre global media Pagt. Su estimación se basa en la cantidad media global de humedad atmosférica (25 mm) y su tiempo promedio de reciclaje (11 días)
(Ponce et al., 2000).
Esto da como resultado: 25 mm × (365 días por año / 11 días por ciclo) = 830 mm. A efectos prácticos se adopta un valor
En la Tabla 1 se muestra la clasificación climática conceptual. La línea 1 muestra la clasificación en términos de precipitación media anual Pma (mm), en ocho (8) provincias de humedad: superárida (Pma ≤ 100),
hiperárida (100 < Pma ≤ 200),
árida (200 < Pma ≤ 400),
semiárido (400 < Pma ≤ 800),
subhúmedo (800 < Pma ≤ 1,600),
húmedo (1,600 < Pma ≤ 3,200),
hiperhúmedo (3,200 < Pma ≤ 6,400),
y superhúmedo (Pma > 6,400). La línea 2 muestra la relación Pma /Pagt. La línea 3 muestra la evapotranspiración potencial anual estimada Eap.
La línea 4 muestra la relación
5. HIDROLOGÍA
La hidrología es el estudio de la fuente, transporte y destino del agua en el ciclo hidrológico, incluida la cantidad/calidad del agua y su interacción con los seres vivos. El conocimiento hidrológico se utiliza para determinar las cantidades de agua disponibles con propósitos específicos como la utilización o la conservación del agua. La cantidad de agua dulce disponible se limita a la proporcionada por el ciclo hidrológico por evaporación del océano y posterior advección tierra adentro. Sin embargo, no toda el agua advectada está sujeta a precipitación; sólo el agua precipitada está disponible para su uso. A lo largo de los años se ha intentado producir precipitación, es decir, exprimir agua de las nubes por medios artificiales, pero continua siendo un desafío. La precipitación horizontal, la cual se origina en la condensación de humedad en las superficies de la vegetación, puede ser importante en ciertas regiones. El agua precipitada, comúnmente conocida como precipitación, varía a través del terreno, desde casi cero en el desierto de Atacama, en el norte de Chile (Fig. 19), hasta una media de 11 872 mm/año en Mawsynram, Cherrapunji, Meghalaya, India (Fig. 20). A modo de comparación, la precipitación terrestre media anual global es de unos 800 mm, lo que justifica la clasificación de los tipos de clima que se muestra en la tabla 1.
Las regiones con climas a la izquierda del espectro climático tienen climas áridos, mientras que las regiones a la derecha tienen climas húmedos. Los climas áridos tienden a concentrar las precipitaciones en una estación húmeda que dura unos pocos meses. En los climas húmedos, cuanto mayor es la precipitación media anual, más uniformemente se distribuye la precipitación a lo largo del año, sin que haya una estación seca fácilmente identificable.
Componentes de la precipitación Si bien la cantidad de precipitación es importante en hidrología porque determina la humedad ambiental y, por lo tanto, el tipo de clima y vegetación, no es el único parámetro importante. Cuando la precipitación llega al suelo, se separa en dos componentes: (1) escorrentía superficial y (2) humedecimiento de la cuenca (L'vovich, 1979). El humedecimiento de una cuenca se define como la fracción de precipitación que no contribuye a la escorrentía superficial (Ponce y Shetty, 1995a). A su vez, el humedecimiento de la cuenca se separa en dos componentes: (1) flujo base y (2) vaporización. El flujo base es la fracción de humedecimiento que se exfiltra como el flujo de los ríos en tiempos secos; la vaporización es la fracción de humedecimiento que regresa a la atmósfera como vapor de agua. La vaporización consta de tres componentes: (1) evaporación del suelo (el suelo y el manto rocoso), (2) evaporación de cuerpos de agua (humedales, lagos y embalses) y (3) evapotranspiración de la vegetación (plantas). La percolación profunda, es decir, la porción de humedecimiento que no contribuye ni al flujo base ni a la vaporización, es una fracción muy pequeña de la precipitación: un promedio global de menos del 2% (L'vovich, 1979). La percolación profunda es en gran medida intractable y, por lo tanto, generalmente desestimada por motivos prácticos. La precipitación se separa en sus tres componentes: (1) escorrentía superficial, (2) flujo base y (3) vaporización. Al principio, estos parecen estar separados y en compartimentos diferentes; Sin embargo, la situación en la práctica es bastante diferente. La escorrentía superficial puede unirse al agua subterránea a través de la infiltración en corrientes efímeras. Por otro lado, el flujo base puede convertirse en parte de la escorrentía a través de la exfiltración del canal en arroyos perennes. Existe cierto margen de confusión en el uso del término "escorrentía superficial". La escorrentía superficial se refiere a: (1) escorrentía directa, es decir, la que corre directamente sobre la superficie del terreno, constituyendo el componente principal de las inundaciones, o (2) el flujo de una corriente perenne, que incluye el flujo base. En un intento por aclarar la confusión, la combinación de escorrentía directa y flujo base se denomina escorrentia. Es importante mencionar que, el agua que se ha filtrado en el terreno y ha alcanzado la zona vadosa o el nivel freático puede regresar a la atmósfera a través de: (1) la evaporación de humedales, o (2) la evapotranspiración de freatófitas (plantas de pozo). La situación está condicionada por la geomorfología, la cual es en gran medida responsable de la interacción entre las aguas superficiales y las subterráneas. En promedio global, la precipitación se separa en los siguientes componentes: (1) evaporación y evapotranspiración, 58%; (2) escorrentia, 40%, compuesto de escorrentía directa (28%), caudal base (12%); y (3) percolación profunda, normalmente menos del 2%, considerada despreciable en la práctica (Fig. 21).
La Figura 21 muestra los promedios globales, interpretados en el centro del espectro climático, con 800 mm de precipitación media anual (Tabla 1). En las regiones áridas, la evaporación aumenta; por el contrario, en las regiones húmedas, la escorrentia aumenta. Por ejemplo, en el estado de Arizona, que es mayoritariamente árido, el caudal de los ríos puede representar sólo alrededor del 2% de la precipitación. Por otro lado, el caudal del río Amazonas, medido en Obidos, Pará, Brasil, una cuenca húmeda, se ha calculado en 51% de la precipitación (Fig. 22). El coeficiente de escorrentía, es decir, la relación entre la escorrentía y la precipitación, sobre una base anual media, varía desde cerca del 0% en climas superáridos hasta más del 70% en climas superhúmedos y en algunos lugares geológicamente inusuales (L'vovich, 1979).
La escorrentía y no la precipitación es lo importante desde el punto de vista de la utilización del agua. Téngase en cuenta que, en promedio a nivel mundial, casi el 60% de la precipitación ya se ha comprometido con los ecosistemas. Del 40% restante, es decir, la escorrentía, una parte debe reservarse para la pesca y alguna otra la biota fluvial; por lo tanto, sólo una pequeña fracción de la precipitación puede estar disponible para uso socioeconómico. La situación es seria en las regiones áridas, donde los coeficientes de escorrentía pueden estar muy por debajo del promedio.
Hidrología de evento versus hidrología de rendimiento La determinación de los coeficientes de escorrentía está sujeta a una complejidad adicional: los coeficientes de escorrentía de evento y de rendimiento no son los mismos. El coeficiente de escorrentía C del evento es la relación entre la escorrentía y la precipitación para un evento, es un período corto de tiempo, digamos horas o días. Por otro lado, el coeficiente de escorrentía de rendimiento K se aplica anualmente. La diferencia surge porque el flujo de evento se compone principalmente de escorrentía superficial o directa, mientras que el flujo de rendimiento comprende tanto escorrentía superficial como subterránea. Las diferentes escalas de tiempo de la escorrentía superficial y subterránea determinan la diferencia entre los coeficientes de escorrentía de evento y de rendimiento. En hidrología de eventos, el coeficiente de escurrimiento varía de 0 a 1, aumentando generalmente con el grado de impermeabilidad de la superficie (Ponce, 1989). Los valores típicos de C utilizados en el diseño de drenaje urbano están en el rango 0,30 ≤ C ≤ 0,70. Los valores más bajos se aplican a áreas no desarrolladas, mientras que los valores más altos se aplican a áreas desarrolladas. Por lo tanto, el coeficiente de escorrentía C del evento es directamente proporcional al grado de desarrollo humano, medido por el porcentaje de impermeabilidad. En la hidrología de rendimiento, el coeficiente de escorrentía K varía de 0 a 1 y aumenta con la precipitación media anual. En el lado seco del espectro climático, los valores de K suelen ser inferiores a 0,40 y pueden alcanzar valores cercanos a cero en casos de aridez extrema (Tabla 1). Por el contrario, en el lado húmedo, los valores de K pueden alcanzar valores de 0,70 o mayores. Un ejemplo de ello: L'vovich (1979) ha documentado valores de K que van desde tan solo 0,02 (río Itapicuru en Cajueiro, Brasil) hasta 0,93 (río Cayagan en Pandam, Filipinas) (Fig. 23). Por lo tanto, en la hidrología de rendimiento, el coeficiente de escorrentía K es directamente proporcional a la humedad ambiental predominante. Además, la geología local puede tener un papel importante en la evaluación del coeficiente de rendimiento.
Dada la Naturaleza de las relaciones funcionales que gobiernan los coeficientes de eventos y escorrentía,
Conversión de evapotranspiración en escorrentía En regiones semiáridas, en el pasado se ha intentado convertir la evapotranspiración en escorrentía, con resultados mixtos (Ponce y Shetty, 1995b). El ecosistema natural se comporta como un sistema cibernético y no es fácilmente susceptible de análisis mediante relaciones causa-efecto. En particular, es posible que una reducción de la vegetación no provoque más escorrentía. En realidad, una menor vegetación puede traducirse en menos precipitaciones y menos escorrentía (Ponce et al., 1999). Por lo tanto, la conversión de la evapotranspiración en escorrentía puede ser en realidad contraproducente a largo plazo, ya que tanto la vegetación como la escorrentía se pierden debido a la progresiva aridización del paisaje. Gestión de aguas subterráneas El agua superficial (propiamente dicha, escorrentía directa) se recicla cada 11 días en promedio, mientras que el agua subterránea puede tardar hasta 1.500 años o más (Ponce et al., 2000). En la práctica, esto significa que el agua superficial es totalmente reponible a corto plazo. Se puede afirmar con seguridad que las sociedades nunca se quedarán sin agua superficial, porque tarde o temprano la repondrán las lluvias. No se aplica lo mismo a las aguas subterráneas, que normalmente tardan mucho tiempo en reciclarse. Esto plantea una pregunta importante, para la cual no hay una respuesta clara en este momento: ¿cuánto uso de agua subterránea es sostenible? Para responder adecuadamente a esta pregunta, es necesario examinar la Naturaleza del flujo de agua subterránea. Todo el flujo base se origina en aguas subterráneas; por lo tanto, todo bombeo de agua subterránea debe afectar al flujo base en las cercanías. Dentro de un volumen de control, el bombeo de agua subterránea equivale a captura y extracción de agua. Toda captura proviene de aumentos en la recarga aguas arriba y disminuciones en la descarga aguas abajo y, en casos de agotamiento, del almacenamiento (Fig. 25) (Sophocleous, 1997; Ponce, 2007). Para conservar descarga aguas abajo, es decir, flujo base y/o exfiltración a humedales, el único camino sostenible es suspender por completo el bombeo de pozos. Esto, sin embargo, impone dificultades económicas a quienes, a lo largo de los años, se han ganado la vida con el bombeo de aguas subterráneas. La solución parece ser apostar por un término medio: regular el bombeo de aguas subterráneas en propiedad común, limitándolo a cantidades que se pueda demostrar que no afectan negativamente a otros usos en la cercanía (Alley et al., 1999). En este sentido, el tamaño de la "cercanía" es función de la cantidad de uso.
Varios estudios han revelado un defecto fundamental en el análisis hidrogeológico convencional: la evaluación del tamaño del volumen de control, que aparentemente sirve como base para el balance hídrico (Bredehoeft, 1997). El "volumen de control" en el análisis del flujo de aguas subterráneas es, de hecho, un objetivo móvil; aumenta con la cantidad de bombeo (Prudic y Herman, 1996). Esto se debe a que, a diferencia de las cuencas de aguas superficiales, las cuencas de aguas subterráneas están todas conectadas en su lenta pero segura aproximación para llegar al océano más cercano por el gradiente más pronunciado predominante. Las sociedades que agotan las aguas subterráneas seguramente se volverán insostenibles a largo plazo. Tarde o temprano tendrán que aceptar el hecho de que el agua subterránea no es fácilmente reciclable. Aprovechar las aguas subterráneas profundas con el fin de desarrollar recursos nuevos y no reclamados puede que tampoco sea la respuesta. El contenido de salinidad del agua subterránea aumentará con la profundidad, y la eliminación de las sales adicionales traídas a la superficie puede resultar logísticamente difícil (Chebotarev, 1955; Ponce, 2012). En las regiones continentales periféricas, se pueden construir líneas de salmuera, aunque con un gran costo, para transportar las sales al océano, donde pueden permanecer para siempre (Fig. 26).
Gestión de recursos hídricos. No se debe prescindir de la vegetación para aprovechar el uso del recurso hídrico. Se debe regular el uso de las aguas subterráneas, porque su uso excesivo puede conducir al agotamiento de los recursos, sin mencionar otros efectos negativos, como el secado de los pozos, el hundimiento de la tierra y la intrusión de agua salada. Además, las cantidades limitadas de escorrentía, particularmente en regiones del lado seco del espectro climático, deben compartirse con la flora y fauna nativas. Por lo tanto, la conservación del agua parece ser el único camino para una gestión sostenible. La importación de agua desde regiones más húmedas, en las cuales el suministro es abundante, hacia regiones más secas, donde la demanda es alta, es posible, pero puede resultar cada vez más difícil, dadas las limitaciones ambientales, socioeconómicas y políticas. La desalinización del agua del océano también es factible, pero puede ser sostenible sólo cuando se utiliza cerca de la baja altitud de origen. El bombeo de agua de mar desalinizada utilizando combustibles fósiles puede producir un aumento de la huella de carbono. 6. ECOLOGÍA
La ecología es la ciencia que se ocupa de las interacciones entre los organismos y su entorno. La unidad básica de la ecología es el ecosistema. Un ecosistema consta de componentes vivos (bióticos) y no vivos (abióticos). Los componentes vivos son las plantas, los animales y los microbios. Los componentes no vivos incluyen el aire, el agua, el suelo y las rocas circundantes. Los ecosistemas se definen en términos del estudio de las interacciones entre organismos y entre los organismos y su entorno. La fuerza detrás de los ecosistemas es la energía del sol. La energía solar ingresa a los ecosistemas a través del proceso de fotosíntesis, mediante el cual las plantas verdes toman dióxido de carbono del aire y agua del entorno circundante (la zona de las raíces) para fabricar materia orgánica en presencia de la luz. La reacción libera oxígeno como subproducto, el cual ingresa a la atmósfera. A través de la respiración, que es exactamente lo contrario de la fotosíntesis, los animales obtienen la energía necesaria para su sustento quemando materia orgánica (alimentos), utilizando oxígeno del aire (para la combustión) y liberando dióxido de carbono como subproducto. La atmósfera actúa como depósito que proporciona tanto de dióxido de carbono para las plantas, como oxígeno para los animales. En el proceso, prospera vida de todo tipo, todo ello posible gracias a la energía solar. La ecología estudia la flora y la fauna, y el agua, los suelos, los nutrientes y todo lo que los rodea. Dependiendo de la geología y geomorfología locales, las plantas y los animales se organizan en comunidades distintas, donde pueden coexistir diferentes especies. Una comunidad vegetal es una colección o asociación de varias especies de plantas dentro de una unidad geográfica o hábitat designado, que forma un parche relativamente uniforme, distinto de otros parches; véanse, por ejemplo, los dos hábitats, uno semiárido y otro subhúmedo, ambos comprendidos dentro de la cuenca del río La Leche, Lambayeque, Perú (Fig. 27).
Los componentes de cada comunidad vegetal están influenciados por factores abióticos como la topografía, el clima, el suministro de humedad, el tipo de suelo y las perturbaciones. Una comunidad vegetal puede describirse florística o fisonómicamente. La descripción florística se refiere a las diversas especies vegetativas presentes en la comunidad. La descripción fisionómica se centra en la estructura física de la comunidad, su altura, densidad de copa y tamaño del ejemplar (diámetro del tronco a la altura del pecho). Si bien la ecología se considera ampliamente como un subcampo de la biología, en realidad va más allá de los límites establecidos de la biología. La ecología abarca todas las relaciones entre las tres ciencias naturales fundamentales: física, química y biología. El conocimiento ecológico está respaldado por las ciencias de la Tierra, incluidas geología, paleontología, geomorfología, climatología, hidrología, hidrogeología, limnología y oceanografía. El objetivo de la ecología es describir las relaciones entre los seres vivos y su entorno. Su tarea fundamental es aclarar las leyes de la Naturaleza, una gran labor dada la extrema complejidad de los procesos. Tipos de ecosistemas En general, los ecosistemas se clasifican según su dominio en: (1) acuáticos, (3) de transición y (3) terrestres. Los ecosistemas acuáticos pueden ser: (a) agua salada, o (b) agua dulce. Los ecosistemas de transición pueden ser: (a) longitudinales, o (b) transversales. Los ecosistemas terrestres pueden ser: (a) naturales, o (b) artificiales.
Los ecosistemas dados a menudo se denominan biomas. Un bioma es una porción de la superficie de la Tierra que está definida climática y geográficamente para contener comunidades específicas de flora, fauna y organismos asociados. Los diferentes tipos de biomas son difíciles de clasificar con precisión. En la Tabla 2 se muestra una clasificación preliminar.
Sucesión ecológica La sucesión ecológica es el proceso de cambio en la estructura de especies de una comunidad ecológica a lo largo del tiempo. La comunidad comienza con relativamente pocas plantas y animales pioneros y se desarrolla a través de una complejidad creciente hasta que se vuelve estable o se autoperpetúa como una comunidad clímax. El motor de la sucesión, la causa del cambio de los ecosistemas, es el impacto de las especies establecidas sobre sus propios entornos. La sucesión es un proceso por el cual una comunidad ecológica sufre cambios más o menos ordenados y predecibles después de una perturbación o colonización inicial de un nuevo hábitat. La sucesión puede iniciarse ya sea mediante la formación de un hábitat nuevo y desocupado, como por ejemplo a partir de un flujo de lava o un deslizamiento grande de tierra, o por alguna forma de perturbación, como un incendio, una inundación, un viento severo o la tala en una comunidad existente (Fig. 29). La sucesión que comienza en nuevos hábitats, sin la influencia de comunidades preexistentes, se denomina sucesión primaria, mientras que la sucesión que sigue a la alteración de una comunidad preexistente se denomina sucesión secundaria.
El cambio de sucesión puede verse influenciado por los siguientes factores: (a) las condiciones del sitio; (b) el carácter de los acontecimientos que inician la sucesión (perturbaciones); (c) las interacciones de las especies presentes; y (d) factores estocásticos como la disponibilidad de colonos, semillas o condiciones climáticas en el momento de la perturbación. Algunos de estos factores contribuyen a la predicción de la dinámica de sucesión; otros añaden elementos más probabilísticos. Dos factores de perturbación importantes son las actividades humanas y el cambio climático. La sucesión ecológica tiene una etapa final estable denominada clímax, determinada principalmente por el clima local. Actualmente, este concepto ha sido reemplazado en favor de ideas de desequilibrio de la dinámica de los ecosistemas. La mayoría de los ecosistemas naturales experimentan perturbaciones a un ritmo que puede hacer inalcanzable una comunidad clímax. El cambio climático a menudo ocurre a un ritmo y frecuencia suficiente para evitar la llegada a un estado de clímax. Las adiciones a los depósitos de especies disponibles a través de la expansión e introducción de nuevas especies también pueden remodelar las comunidades. 7. ECOHIDROLOGÍA
La ecohidrología es el estudio de los ecosistemas en relación con el ciclo hidrológico. Las plantas no pueden existir sin agua (el ámbito de la ecología), y el agua no puede existir sin las plantas (el ámbito de la hidrobiología). Por lo tanto, surge la pregunta: ¿Cuánta agua necesitan las plantas? O, a la inversa, dada una región con cierta cantidad de agua, ¿qué tipos de plantas tienen más probabilidades de colonizar la región? Téngase en cuenta que la ecohidrología puede confundirse con la hidroecología, aunque existe una pequeña diferencia en el énfasis. La ecohidrología hace uso de conceptos de ecología, hidrología, geomorfología y climatología para desarrollar las relaciones entre el agua y los componentes del medio ambiente. La ecología determina los posibles tipos de biomas. La hidrología determina la cantidad de agua disponible, en sus diversas formas, incluyendo generalmente aguas superficiales, aguas subterráneas no saturadas (zona vadosa) y aguas subterráneas saturadas (aguas subterráneas propiamente dichas) (Fig. 30). La geomorfología utiliza la fuerza de la gravedad para relacionar los biomas existentes con el agua disponible, bajo escalas espaciales y temporales determinadas. La climatología busca explicar las relaciones espaciales a escalas local y regional.
Agua y vegetación: ¿Cuál es primero?
Los diferentes tipos de biomas de la superficie terrestre están estrechamente relacionados con la cantidad de agua y humedad ambiental predominante. La relación es directamente proporcional: a más agua, mayor cantidad y diversidad de vegetación. Un ejemplo de ello: la precipitación media en el desierto del Sahara es inferior a 100 mm/año, mientras que en la selva amazónica es de unos 3.000 mm/año. El suministro de humedad almacenada en la atmósfera terrestre es función de la latitud y el clima, y varía típicamente de 2 a 15 mm en regiones polares y áridas, a 45 a 50 mm en regiones húmedas (World Water Balance, 1978). Así, la humedad es de 3 a 25 veces mayor en las regiones húmedas que en las áridas; ¡Sin embargo, las precipitaciones pueden ser más de 200 veces mayores! Por lo tanto, la disponibilidad de humedad por sí sola no explica la cantidad de precipitación. La condensación es muy importante para la formación de precipitaciones. La forma más rápida para que la humedad se condense es a través del enfriamiento, y la Naturaleza proporciona varias formas para que las masas de aire cargadas de humedad se enfríen. El enfriamiento de masas de aire se produce mediante la elevación. Generalmente se reconocen tres mecanismos para el enfriamiento de masas de aire: (1) levantamiento como resultado de convergencia horizontal, (2) levantamiento frontal, y (3) levantamiento orográfico. Estos tres procesos tienen un claro sentido físico. Sin embargo, existe un cuarto proceso poco conocido, que está relacionado con el hecho de que la superficie de la Tierra emite radiación de onda larga, o calor. En muchos casos, este calor es lo suficientemente fuerte como para producir el levantamiento de las masas de aire que se encuentran sobre él y, en consecuencia, llevar a grandes cantidades de precipitación. Por lo tanto, la precipitación puede producirse de las cuatro formas siguientes: (1) por convergencia, particularmente en la proximidad de una fuente de humedad, (2) mediante elevación frontal, (3) forzando al aire a ascender por el lado de barlovento de montañas (levantamiento orográfico), o (4) por levantamiento térmico, es decir, el El aire se calienta desde abajo por la radiación de onda larga de la Tierra. superficie (Fig. 31).
Es significativo que los seres humanos no puedan alterar el curso de los tres primeros procesos. La latitud determina la cantidad de elevación y precipitación, pero no se puede cambiar arbitrariamente. La proximidad a los océanos determina la disponibilidad de humedad, pero las ubicaciones geográficas son fijas. En el levantamiento térmico, el parámetro importante es el albedo, que se refiere a la propiedad de blancura, la cual varía en el rango 0-1. Un valor de 0 representa un cuerpo negro, que absorbe toda la luz y eventualmente libera la energía almacenada emitiendo calor; de lo contrario, la superficie se calentará y se quemará. El hecho de que esto no haya sucedido a lo largo del tiempo geológico implica que casi toda la energía almacenada está regresando a la atmósfera. Normalmente la Tierra absorbe energía luminosa durante el día y emite calor durante la noche. Decimos "casi todo" porque un pequeño porcentaje, aparentemente entre 0,1% y 0,3%, se almacena en la vegetación natural mediante el proceso de fotosíntesis (Hutchinson, 1970). Es realmente admirable que un porcentaje tan pequeño sea suficiente para sustentar todos los ecosistemas terrestres.
Un valor de albedo igual a 1 representa un espejo, es decir, una superficie totalmente reflectante. Las superficies blancas, como la nieve recién caída, tienen albedos en el rango de 0,65 a 0,85. El albedo promedio de la Tierra es 0,15 en la superficie y 0,34 en los niveles exteriores de la atmósfera
Dado que el albedo superficial determina en gran medida la cantidad de lluvia, y la vegetación tiene un albedo relativamente bajo, se deduce que la vegetación produce su propia lluvia. Ahora bien, sabemos por experiencia que una planta en maceta necesita ser regada de vez en cuando para que crezca y florezca. Sin embargo, la planta en maceta no fue puesta allí por la Naturaleza. Donde ha colocado vegetación, la Naturaleza lo ha hecho de forma cibernética y autosustentable. Un ecosistema que siguiera una curva J habría dejado de existir hace mucho tiempo, como lo haría la planta en una maceta si no se riega. En cambio, los ecosistemas naturales siguen un proceso de biorretroalimentación, donde las causas y efectos se reemplazan entre sí regularmente, confundiendo al científico físico acostumbrado a la mentalidad cartesiana de que x siempre es x, y y siempre es y. Cuanto más verde oscuro es el ecosistema, más agua produce; no porque el agua esté ahí, sino porque el verde está ahí (Fig. 33). Por supuesto, más agua significa más verde, y más verde significa más agua, lo que confirma el comportamiento no cartesiano. Esto explica por qué una selva tropical puede tener 50 mm de humedad atmosférica y aún así producir más de 5.000 mm de lluvia anual. [Cherrapunji, en Meghalaya, al este de la India, según la mayoría de las personas el lugar más húmedo de la Tierra, tiene un promedio cercano a 12.000 mm de precipitación anual]. En el otro extremo del espectro climático, las regiones superáridas, con unos 15 mm de humedad precipitable, apenas producen lluvia. [En el desierto de Atacama, en el norte de Chile, el lugar más seco de la Tierra, la precipitación anual es de unos 25 mm, y en algunas zonas, la lluvia nunca ha sido observada o registrada]. Por lo tanto, la proporción entre precipitación anual y humedad disponible en una región superhúmeda puede ser mucho mayor que 100, mientras que una proporción comparable para una región superárida puede ser cercana a 1.
De todos los factores que contribuyen a la formación de precipitación, ninguno está más sujeto a alteraciones antropogénicas que el albedo. En términos generales, una disminución de la superficie forestal provocará menos lluvia. Por el contrario, un aumento de la superficie forestal provocará más lluvia. Durante los últimos 10.000 años de asentamiento y desarrollo humanos, la tendencia neta ha sido a la disminución. El papel del agua subterránea Desde el punto de vista de la hidrología, el agua y la humedad existen: (a) en la superficie terrestre, (b) en la zona vadosa, (c) como agua subterránea, y (d) excepcionalmente, como precipitación horizontal. Normalmente, las plantas aprovechan la humedad del suelo, es decir, de la zona vadosa. Dependiendo del tipo de planta, la topografía de la superficie y la proximidad del nivel freático a la superficie del suelo, las plantas también pueden aprovechar el agua subterránea. Al enfocar las plantas que aprovechan el agua subterránea, Meinzer (1927) inició por sí solo la ciencia de la ecohidrología. En la introducción a su obra seminal, Meinzer afirmó:
Meinzer planteó varias preguntas que continúan siendo importantes hasta la fecha. Los enunciamos aquí, muy cerca de su forma original, con la esperanza de revitalizar la investigación tan necesaria en el campo de la ecohidrología.
Está claro que las plantas dependen de la humedad en la zona vadosa. También está claro que algunas especies, particularmente las freatófitas, dependen de la humedad en la franja capilar y la zona de saturación. En realidad, todas las plantas son capaces de aprovechar al menos la franja capilar, si no la zona de saturación, cuando estos últimos están cerca de la superficie del suelo. Qué tan cerca (qué tan pequeña sea la distancia) dependerá del tipo de especie, y de si sus raíces, en profundidad, densidad y extensión aérea, son capaces de aprovechar la humedad subyacente. Generalmente, el nivel freático sigue la superficie del suelo de manera tenue (Fig. 34). Por lo tanto, la respuesta a las preguntas de la ecohidrología debe encontrarse en la ciencia relacionada de la geomorfología.
El papel de la geomorfología La geomorfología es el vínculo entre ecología e hidrología. El agua subterránea siempre está ahí, pero la profundidad real del nivel freático está determinada por el clima. En las regiones áridas, el nivel freático puede ser muy profundo, mientras que en las regiones húmedas puede ser poco profundo. Esta es la razón por la que los arroyos en regiones áridas son típicamente efímeros, sin flujo base, mientras que los arroyos en regiones húmedas son perennes y presentan cantidades importantes de flujo base. Meinzer (1927) ha descrito acertadamente el papel de la geomorfología, centrándose específicamente en las tierras áridas del oeste de los Estados Unidos. Él afirma:
La Figura 35 muestra el gradiente de vegetación a lo largo de una sección transversal del valle del río Mohave en Camp Cady, California (DG Thompson, citado en Meinzer, 1927). Se ve que diferentes especies ocupan diferentes niveles en el perfil. Las dimensiones de los escalones dependen de la proximidad al agua subterránea, que está condicionada por la topografía local, es decir, por la geomorfología.
Los gradientes de vegetación del tipo mostrado en la Fig. 35 no se limitan a los paisajes áridos considerados por Meinzer (op. cit.). La Figura 36 muestra la secuencia de bosque cerrado-campo-galería que se repite en los bosques de sabana subhúmedos y altamente diseccionados de Mato Grosso, en el centro oeste de Brasil. El cerrado (bosque denso de matorrales) ocupa las zonas más altas, fuera del alcance del agua subterránea. El campo (pastizal) ocupa el terreno intermedio, sujeto a inundaciones ocasionales. El bosque de galería ocupa las tierras bajas, donde existe una interacción activa con el agua subterránea (Ponce y Cunha, 1993).
Categorías de plantas La Tabla 3 muestra varias categorías de plantas. Los nombres de las plantas se ven afectados con el sufijo -fitos, como en las halófitas. En la Tabla 4 se muestra una descripción de los distintos tipos de plantas que se han identificado. La Figura 37 muestra varias de las plantas descritas en el Cuadro 4.
8. HIDROCLIMATOLOGÍA
La hidroclimatología es el estudio de las interacciones entre el ciclo hidrológico y el clima. El clima determina la precipitación, evaporación y escorrentía. La hidroclimatología busca describir las relaciones entre el clima y los diversos componentes del ciclo hidrológico. El ciclo hidrológico, o ciclo del agua, describe el movimiento continuo del agua sobre, encima y debajo de la superficie de la Tierra (Fig. 38). La cantidad total de agua en la Tierra permanece bastante constante a lo largo del tiempo; sin embargo, la distribución del agua disponible en los principales reservorios (hielo, agua dulce, agua salina y agua atmosférica) depende de una amplia gama de variables climáticas. El agua se mueve de un depósito a otro, como del río al océano o del océano a la atmósfera. El objetivo es estudiar los flujos y volúmenes.
El enfoque convencional del ciclo hidrológico es deductivo o cartesiano. La Ecuación fundamental, atribuida a Horton (1933), es:
en la cual Q = escorrentía, P = precipitación, y L = infiltración y otras pérdidas. La Ecuación 2 es estrictamente aplicable a la hidrología de eventos. Para la hidrología de rendimiento, se utiliza una ecuación similar a la Ec. 2 es:
en la cual E = evaporación y evapotranspiración. Las Ecuaciones 1 y 2 son simples, pero limitadas porque no tienen en cuenta las interacciones entre las variables. Por ejemplo, la Ec. 3 predice que cuanto mayor es la evapotranspiración, menor es la escorrentía. Sin embargo, hay algunas situaciones en la Naturaleza en la que lo contrario puede ser cierto: cuanto mayor es la evapotranspiración, mayor es la escorrentía, particularmente en vista del cambio climático.
Una prueba más de que la Ec. 2 no toma en cuenta todos los procesos importantes es la ecuación del número de la curva de escorrentía, la cual está bien establecida en la hidrología urbana
en la cual S = retención potencial. Esta ecuación predice que cuanto mayor es la retención, mayor es el escurrimiento, una conclusión que está en conflicto con la Ec. 2. Una deficiencia significativa de la Ec. 3 es que puede dar lugar a una doble contabilización en el balance hídrico. Si las extracciones hidrológicas se interpretan como infiltración, como suele ser el caso, esta última podría seguir uno de dos caminos, ya sea: (1) regresar a la atmósfera como evaporación y evapotranspiración (de vegetación, humedad del suelo, y humedales), o ( 2) filtrase hacia abajo para unirse al agua subterránea y eventualmente aparecer como escorrentía (flujo base) en algún lugar río abajo. El doble cómputo se debe a que el mismo volumen de agua se está contabilizando como captaciones hidrológicas y como escorrentía. El análisis convencional del balance hídrico se ve mejorado por el enfoque cibernético (retroalimentación) iniciado por Budyko y Drozdov (1953), y complementado con el trabajo de L'vovich (1979). Budyko y Drozdov (1953) utilizaron un modelo hidroclimatológico de un sistema acoplado superficie terrestre-atmósfera para estudiar los componentes del ciclo hidrológico. L'vovich (1979) introdujo el concepto de humectación de cuencas, eliminando así la doble contabilización en el balance hídrico. El modelo hidroclimatológico de Budyko. El balance hídrico anual de una cuenca exorreica se puede expresar de la siguiente manera:
en la cual ΔS = cambio en el almacenamiento de la cuenca, P = precipitación, E = evaporación, y Q = escorrentía total, compuesta por escorrentía superficial y escorrentía subterránea. El almacenamiento de cuenca consta de almacenamiento de agua superficial, subsuperficial y subterránea. En un año promedio, ΔS = 0, y la Ecuación 5 se reduce a lo siguiente:
en la cual los valores en la Ecuación 6 representan valores medios anuales. La Ec. 6 supone que la percolación profunda, es decir, la escorrentía subterránea que se entrega directamente al océano, sin pasar por la escorrentía superficial, es insignificante. A nivel global, L'vovich (1979) ha calculado que la percolación profunda representa aproximadamente el 5% de la escorrentía, mientras que esta última representa aproximadamente el 30%-40% de la precipitación. Así, en general, sólo una pequeña fracción de la precipitación (menos del 2%) se infiltra lo suficientemente profundo en el suelo como para evitar por completo las aguas superficiales. Budyko asumió un volumen de control que comprende el sistema superficie terrestre-atmósfera mostrado en la Fig. 39. En esta figura, A es el vapor de agua que ingresa a la atmósfera horizontalmente, a través de la advección, y E es el vapor de agua que ingresa a la atmósfera verticalmente, a través de la evaporación desde la Tierra (la evaporación combinada de la superficie terrestre, los cuerpos de agua y la vegetación)
La precipitación P se puede separar en dos componentes:
en la cual Pa = fracción de P derivada externamente, de A; y Pe = fracción de P derivada internamente, de E. De la conservación de masa:
en la cual C = vapor de agua total que sale del volumen de control por el lado de sotavento. Además:
en la cual C' = vapor de agua en tránsito, definido de la siguiente manera:
sujeto a C' ≥ 0. La cantidad C" = descarga de vapor de agua, es decir, la fracción de agua evaporada que no se recicla y, que en cambio, sale del volumen de control por el lado de sotavento. Esta cantidad está definida de la siguiente manera:
sujeto a C" ≥ 0. Budyko asumió que P y E se promedian espacialmente sobre el volumen de control. El vapor de agua advectivo en el lado de barlovento es WU, en la cual W es el contenido de humedad (m) de la columna atmosférica y U es la velocidad media (m/s) del vapor de agua advectivo de entrada. Para simplificar, suponga una disminución lineal del vapor de agua advectivo a medida que el aire húmedo se mueve a través de la región. El flujo correspondiente en el lado de sotavento es: WU - PaL, en el cual L = medida de longitud del volumen de control, tomada como la raíz cuadrada del área de su proyección vertical. Por lo tanto, el flujo de vapor de agua externo, promediado espacialmente sobre el volumen de control, es: WU - 0.5 PaL.
El flujo interno de vapor de agua en el lado de barlovento del volumen de control es cero; el flujo correspondiente en el lado de sotavento, suponiendo un aumento lineal a medida que el aire húmedo se mueve a través de la región, es: Se supone que la atmósfera está completamente mezclada; por lo tanto, la proporción de precipitación derivada externamente e internamente es igual a la proporción de flujos de vapor de agua externos e internos promediados espacialmente.
lo cual mediante una manipulación algebraica se reduce a lo siguiente:
en la cual Ω es un parámetro climático adimensional definido como sigue (Entekhabi et al., 1992):
De las Ecuaciones 7 y 13:
y
Cuando Pa es pequeño en comparación con P, Ω es grande y se está produciendo un reciclaje efectivo de la precipitación. Por el contrario, cuando Pa es grande en comparación con P, Ω es pequeño y se está produciendo poco reciclaje. Por lo tanto, Ω está directamente relacionada con la capacidad de reciclaje de precipitación del sistema acoplado superficie terrestre-atmósfera. Se han documentado valores de Ω que van desde 0.02 (Antártida: región continental interior), a 0.05 (Australia: drenajes del Océano Pacífico), a 0,34 (América del Norte: drenajes del Océano Atlántico) y a 0,68 (América del Sur: todo el continente) en World Water Balance (1978). Valores bajos de Ω (0.02-0.10) indican un clima hiperárido-árido, valores promedio (0.15-0.30) un clima semiárido-subhúmedo, y valores altos (0.40-0.60) un clima húmedo-hiperhúmedo. La evaporación tiene su origen en tres fuentes diferentes (Fig. 38):
en la cual Eg = evaporación del suelo desnudo; Ev = evaporación de superficies con vegetación (evapotranspiración), y Ew = evaporación de cuerpos de agua. El destino de la evaporación es reciclarse como Pe o salir del volumen de control como descarga de vapor de agua C" (Fig. 38). Las Ecuaciones 15 y 16 se derivaron suponiendo un cambio lineal en los flujos de vapor de agua a medida que el aire húmedo se transporta a través del volumen de control. Esto limita la aplicabilidad de estas Ecuaciones a regiones con L ≤ 1500 km. Para regiones más grandes, la relajación del supuesto de linealidad conduce a fórmulas algo más elaboradas (World Water Balance, 1978). Relación con albedo Los albedos más bajos asociados con aguas abiertas, vegetación y superficies terrestres húmedas hacen posible una mayor absorción de radiación solar y de onda larga, lo que resulta en una mayor evaporación y mayor humedad ambiental. Por tanto, el albedo está intrínsecamente relacionado con la humedad ambiental. A su vez, la humedad ambiental está directamente relacionada con Ω y con la capacidad de reciclaje de humedad del sistema acoplado superficie terrestre-atmósfera.
Una mayor humedad ambiental implica que la fuente de la mayor parte de la evaporación es
(Ev + Ew), lo cual es típico de una región húmeda. Por el contrario, una menor humedad ambiental implica que la fuente de la mayor parte de la evaporación es Eg,
que es típica de una región árida. Así, un albedo más bajo correspondería a una relación (Ev + Ew)/E más alta, mientras que un albedo más alto correspondería a una relación Varios estudios han documentado la relación entre la humedad ambiental y la capacidad de reciclaje del sistema acoplado superficie tierra-atmósfera. Benton et al. (1950) estimaron que la porción de precipitación derivada de la evapotranspiración local para el valle del río Mississippi fue como máximo del 10%. Budyko y Drozdov (1953) estimaron el mismo porcentaje para la parte europea de la ex-URSS. En la cuenca húmeda del Amazonas, Salati et al. (1979) y Salati y Vose (1984) han medido una tasa de reciclaje del 48%, mientras que Lettau et al. (1979) han encontrado que el 88,4% de la cantidad total de lluvia a 75°W de longitud (en la cuenca del Amazonas) cae al menos una segunda vez. En algunos casos, la influencia antropogénica sobre la capacidad de reciclaje de la humedad puede ser considerable. Por ejemplo, Stidd (1975) ha informado que la evapotranspiración procedente del desarrollo de riego en la cuenca del río Columbia se reciclaba al menos una vez en forma de lluvia. Además, Balek (1983) ha afirmado que un aumento de las precipitaciones anuales del 5 al 10% en las proximidades de la presa de Kariba, en África, se debía a una mayor evaporación después del establecimiento del embalse. Coeficientes de balance hídrico
El modelo hidroclimatológico de Budyko permite la definición de tres coeficientes de balance hídrico: (1) coeficiente de reciclado
Dadas las Ecuaciones 6 y 11, se concluye que:
La Tabla 5 muestra la aplicación del modelo de Budyko para valores seleccionados de precipitación media anual (P mostrada en la Columna 4) a través del espectro climático.
La Columna 1 muestra el
La Figura 40 muestra la variación de los coeficientes del balance hídrico a lo largo del espectro climático. El coeficiente cíclico Kc está directamente relacionado con la precipitación media anual; por lo tanto, cuanto mayor sea la humedad ambiental, mayor será la capacidad de reciclaje del sistema acoplado superficie terrestre-atmósfera. El coeficiente de descarga Kd está inversamente relacionado con la precipitación media anual; es decir, las regiones áridas tienen una mayor capacidad de descarga de vapor de agua que las regiones húmedas. El coeficiente de escorrentía Kr está directamente relacionado con la precipitación media anual; es decir, cuanto mayor es la humedad ambiental, mayor es el coeficiente de escorrentía. Esta última conclusión ha sido validada por la experiencia (L'vovich, 1979).
Téngase en cuenta que cambios importantes en los coeficientes del balance hídrico parecen ocurrir alrededor de la mitad del espectro climático, en el cual reside una gran fracción de la población humana. Por lo tanto, los cambios antropogénicos en el albedo pueden ser particularmente cruciales en regiones semiáridas y subhúmedas, de 400 a 1600 mm de precipitación media anual. Humectación de la cuenca A nivel global, la precipitación se divide en dos particiones: (1) vaporización (evaporación y evapotranspiración), y (2) escorrentía (caudal) (Fig. 21). El balance hídrico convencional separa la precipitación en: (1) pérdidas, y (2) escorrentía (Ecs. 2 o 3). Sin embargo, una parte de las pérdidas, de las cuales la infiltración es una fracción importante, eventualmente aparece como flujo base, lo que se suma al flujo de la corriente. De ahí el doble cómputo. El problema se ha resuelto utilizando el concepto de humectación de cuencas, desarrollado por L'vovich (1979). L'vovich separó la precipitación anual en dos componentes (Fig. 41):
en la cual S = escorrentía superficial, es decir, la fracción de escorrentía que se origina en la superficie terrestre, y
La humectación se divide en dos componentes:
en la cual U = flujo base, es decir, la fracción de humectación que se exfiltra como el flujo en tiempo no lluvioso de arroyos y ríos, y V = vaporización, es decir, la fracción de humectación que regresa a la atmósfera como vapor de agua. [El modelo de L'vovich ignora la percolación profunda, la porción de humedad que pasa por alto las aguas superficiales, estimada en menos del 2% de la precipitación a nivel global]. La vaporización, que comprende toda la humedad que regresa a la atmósfera, tiene dos componentes:
en la cual E = evaporación no productiva, en adelante denominada "evaporación", y T = evaporación productiva, es decir, la resultante de la transpiración de las plantas, en adelante denominada "evapotranspiración". La evaporación tiene dos componentes:
en la cual Eg = evaporación del suelo, suelo desnudo, y pequeños almacenamientos superficiales (charcos), y Ew = evaporación de cuerpos de agua como lagos, embalses, arroyos, y ríos. La evapotranspiración es la evaporación de superficies con vegetación como hojas y otras partes de las plantas, en función de su necesidad fisiológica de bombear humedad del suelo para mantener la turgencia y aprovechar los nutrientes.
La escorrentía (es decir, la escorrentía total) es la suma de la escorrentía superficial más el flujo base. Por lo tanto:
Combinando las Ecuaciones 22, 23, y 26:
Las Ecuaciones 22 a 27 constituyen un conjunto de ecuaciones de balance hídrico. Combinando las Ecs. 26 y 27 conduce a:
La Ecuación 28 separa la precipitación anual en sus tres componentes principales: (1) escorrentía superficial, (2) flujo base y (3) vaporización. Significativamente, la Ecuación 28 supone que el cambio en el almacenamiento de humedad del suelo de un año a otro es despreciable, una suposición que es útil como primera aproximación. Dadas las Ecuaciones 22 a 27, se pueden definir dos coeficientes de balance hídrico: (1) coeficiente de escorrentía, y (2) coeficiente de flujo base. El coeficiente de escorrentía es:
El coeficiente de flujo base es:
La Figura 42 muestra los coeficientes de escorrentía y flujo base calculados por Ponce y Shetty (1995b), basados en datos reportados por L'vovich (1979). Se observa que en todos los casos los coeficientes de escorrentía y flujo base aumentan con la precipitación anual.
Conclusión Está claro que la escorrentía superficial, el flujo base y la vaporización (Ecuación 28) varían a lo largo del espectro climático. El albedo es el parámetro fundamental de la hidroclimatología; los albedos más bajos conducen a selvas tropicales, mientras que los albedos más altos conducen a desiertos. Las modificaciones antropogénicas del albedo (conversiones de bosque en pastizales, pastizales en agricultura y agricultura en urbana) seguramente producirán cambios en el albedo, que generalmente tendrán el efecto de disminuir las precipitaciones y la escorrentía superficial. Sin embargo, en algunos casos, el riego extensivo y la presencia de grandes embalses pueden reducir el albedo, lo que tendrá el efecto de aumentar las precipitaciones. 9. BIOCLIMATOLOGÍA
La bioclimatología es el estudio de las relaciones estacionales y de largo plazo entre la biósfera y la atmósfera terrestre. Desde el principio de los tiempos, estas dos esferas han interactuado entre sí en presencia de agua (la hidrósfera) y suelo y rocas (la litósfera). La atmósfera primordial estaba casi desprovista de oxígeno (Fig. 43). Después de casi 3 mil millones de años de fotosíntesis, el nivel de oxígeno de la atmósfera se acerca ahora al 21%, un nivel apropiado para sustentar la fauna que se desarrolló durante los últimos 600 millones de años (Cloud y Gibor, 1970). Las plantas no podrían desarrollarse sin agua, y los nutrientes necesarios procedían del suelo y la roca. Así, la interacción de las cuatro esferas hizo posible la ecosfera, la suma total de todos los ecosistemas de la Tierra.
El clima y la ecosfera interactúan entre sí de innumerables maneras. El sistema es autocontrolado, cibernético, con el objetivo específico de perpetuarse. El clima controla la distribución y características de todos los organismos vivos. Las corrientes atmosféricas globales y de mesoescala controlan la cantidad de precipitación. A su vez, este último determina qué organismos están naturalmente adaptados para sobrevivir.
La bioclimatología busca estudiar qué tipo de organismos se desarrollan bajo qué clima. La tarea es compleja porque el clima varía con varios factores ambientales, entre los que se encuentran: (1) precipitación media anual, (2) evapotranspiración potencial, (3) latitud, y (4) altitud. A su vez, la evapotranspiración potencial es función de: (1) temperatura, (2) humedad relativa, y (3) velocidad del viento. La temperatura es función de:
Buscando simplificar lo que constituye un proceso muy complejo, Holdridge (1947) redujo los parámetros climáticos a: (1) precipitación media anual, (2) índice de evapotranspiración potencial (la relación entre la evapotranspiración potencial y la precipitación anual media), y ( 3) biotemperatura, esta última destinada a reflejar el efecto combinado de latitud y altitud (Fig. 44). La biotemperatura se basa en la duración de la temporada de crecimiento y la temperatura. Para un sitio específico, se determina sumando las temperaturas medias mensuales mayores a 0° C , y dividiendo entre 12.
Para un sitio específico, la precipitación es la precipitación media anual (mm). Téngase en cuenta que Holdridge utilizó una precipitación media anual de 1.000 mm como la mitad del espectro climático (el centro de las provincias de humedad), a diferencia de la Tabla 1, en la cual este valor se toma como 800 mm. En la Fig. 44, los valores de temperatura y precipitación determinan un punto que cae dentro de un hexágono que representa un bioma. Cuando el punto cae dentro de uno de los triángulos fronterizos de un hexágono, la vegetación de esa zona mostrará un carácter transicional, es decir, un ecótono. Todos los cinturones altitudinales se encontrarán solo en los trópicos. En otras regiones latitudinales, sólo se encontrarán los cinturones altitudinales por encima de las formaciones basales de la región. Los rangos de cinturones altitudinales son aproximadamente los siguientes: nival, indefinido; alpino, 500 m; subalpino, 500 m; montano, 1.000 m; y montano bajo, junto con el subtropical, si está presente, 2.000 m. Las regiones basales tropicales varían de 0 a 1000 m; la temperatura cálida sola o con la subtropical baja, 0-2.000 m; y la formación basal de las demás regiones, desde 0 m hasta el máximo para el cinturón correspondiente. En la clasificación de Holdridge, las regiones latitudinales se dividen en: (a) tropical, (b) subtropical, (c) templada cálida, (d) templada fría, (e) boreal, (f) subpolar, y (g) polar. Los cinturones altitudinales se dividen en: (a) premontano, (b) montano bajo, (c) montano, (d) subalpino, (e) alpino, y (6) alvar/nival. La Figura 45 muestra un bosque montano tropical seco a húmedo en las cabeceras del río Moyán, Lambayeque, Perú.
Los álvares son comunidades vegetativas fundadas sobre lecho de roca expuesta (Fig. 46). Este hábitat estresado sustenta una comunidad de plantas y animales raros, incluidas especies que se encuentran más comúnmente en las praderas. Los líquenes y musgos son especies comunes; árboles y arbustos están ausentes o atrofiados.
La temperatura varía no sólo con la latitud y la altitud, sino también con la ubicación continental en relación con el océano más cercano. Se utilizan tres índices de temperatura para estudiar las relaciones bioclimatológicas: (1) índice de continentalidad; (2) índice de termicidad, y (3) índice positivo de temperatura (Rivas-Martínez, 2007):
10. ECOHIDROCLIMATOLOGÍA
La ecohidroclimatología es el estudio de las interacciones entre la ecología, la hidrología y el clima. La ecología se refiere a los ecosistemas, es decir, la flora y la fauna adaptadas a una región determinada. La hidrología se refiere a los diferentes volúmenes y flujos en el ciclo del agua. El clima se refiere a las propiedades medias de la atmósfera. En realidad, la litosfera también está presente en la interacción, aunque no se indique explícitamente. El objetivo fundamental de la ecohidroclimatología es el esclarecimiento de las interacciones entre plantas, agua, geología, geomorfología, y clima. Las plantas aumentan en densidad y diversidad de especies con la humedad ambiental, es decir, las provincias de humedad (Fig. 44). El agua existe en el medio terrestre como: (a) agua superficial, (b) humedad de la zona vadosa, (c) aguas subterráneas, y (d) excepcionalmente, como precipitación horizontal. Los volúmenes de agua subterránea exceden los volúmenes de agua superficial en aproximadamente dos órdenes de magnitud (Fig. 47). Por lo tanto, existe una mayor abundancia de agua subterránea en comparación con el agua superficial. Sin embargo, las aguas subterráneas difieren de las superficiales. en un aspecto muy importante: Si bien el agua superficial se recicla fácilmente, el agua subterránea no. El agua superficial no se puede agotar, mientras que el agua subterránea puede hacerlo.
El agua superficial es generalmente dulce; sin embargo, la salinidad del agua subterránea aumenta con la profundidad (Ponce, 2012). Los gradientes hidrodinámicos e hidroquímicos afectan la distribución y tipo de aguas subterráneas. Chebotarev (1955) ha identificado tres zonas hidrodinámicas en el flujo de agua subterránea (Fig. 48):
El tipo de cambio, o tasa de reposición, está inversamente relacionado con el tiempo de detención, es decir, a nivel local,
la relación entre el volumen y la descarga. Pequeños gradientes hidrodinámicos conducen a bajas velocidades y pequeñas descargas.
y, en consecuencia, a largos tiempos de detención. El aumento en la concentración de salinidad se hace evidente conforme
el tipo de cambio va de activo a retrasado y, eventualmente, a condiciones de estancamiento.
Por lo tanto, en estratos más profundos se producen zonas de menores gradientes y de movimiento más lento
Bombear agua subterránea a grandes profundidades puede tener la consecuencia no deseada de traer grandes cantidades de sal a la superficie, las cuales habría que eliminarlas adecuadamente, generalmente a gran costo. Por lo tanto, se recomienda precaución al bombear agua subterránea a grandes profundidades, particularmente para usos consuntivos como el riego. Los acuíferos son de dos tipos: (1) sedimentarios (aluviales), y (2) de roca fracturada; por ejemplo, compárese la distribución espacial de los acuíferos en el continente australiano (Fig. 50). Los acuíferos sedimentarios se diferencian de los acuíferos de roca fracturada en dos aspectos: (1) su mayor capacidad de almacenamiento (rendimiento específico), y (2) su menor ritmo de reposición. Los acuíferos también pueden clasificarse como: (1) no confinados, y (2) confinados. Los acuíferos libres están a presión atmosférica, mientras que los acuíferos confinados suelen estar por encima de la presión atmosférica.
La mayoría de las plantas obtienen agua de la zona vadosa (Fig. 30). La extensión de la zona vadosa depende de la textura del suelo o del tipo de roca. La cantidad de humedad en la zona vadosa depende de la provincia de humedad: Es menor en regiones áridas y más en regiones húmedas. Algunas plantas pueden obtener agua directamente del agua subterránea o de la franja capilar, situada directamente encima. El agua subterránea existe en todas partes en el suelo y manto rocoso, a mayor profundidad en regiones áridas y menos profunda en regiones húmedas. Por lo tanto, la distribución de las plantas en la superficie terrestre está determinada por:
La Figura 51 muestra un corredor ribereño de encino costero (Quercus agrifolia) en Tierra del Sol,
Condado de San Diego, California. El arroyo es efímero, con agua superficial fluyendo.
sólo en respuesta a la lluvia.
Dependiendo de la geología y geomorfología locales, los manantiales pueden fluir hacia los humedales, lo que permite
el soporte de cantidades importantes de vegetación. Por ejemplo, la Fig. 52 muestra un ejemplar muy grande de roble vivo de la costa.
ubicado en el valle McCain, Boulevard, Condado de San Diego,
California. El ejemplar, que mide 7,55 m de circunferencia a la altura del pecho, se estima que tiene al menos
Todos los paisajes están sujetos a disección por arroyos y ríos. El levantamiento de la corteza terrestre y la erosión determinan hasta qué punto se disecciona un paisaje determinado. El tipo de suelo también influye en la extensión de la disección. Para un paisaje y una provincia de humedad determinados, la geomorfología determina la profundidad del nivel freático. Por lo tanto, la geomorfología desempeña un papel importante a la hora de determinar en qué medida las plantas pueden aprovechar el agua subterránea. El clima condiciona el aspecto regional de la vegetación; la geomorfología condiciona el aspecto local. Las comunidades vegetacionales se organizan en ecosistemas y biomas, definido, en primer lugar, por el clima predominante y, en segundo lugar, por la geomorfología subyacente. No es necesario que las diferencias de elevación sean apreciables; en algunos casos, dos especies diferentes puede colonizar parches que están separados por sólo unos pocos centímetros en elevación. La importancia de la geomorfología en la ecohidroclimatología se ve atenuada por dos factores:
La densidad de drenaje condiciona la escorrentía; generalmente, cuanto mayor es la densidad, más rápido y mayor es el escurrimiento, y viceversa.
Un ejemplo de alta densidad de drenaje es Chinle Badlands, en el
Monumento Nacional Grand Staircase-Escalante, Utah
La pendiente general del terreno es un segundo parámetro crucial. Las pendientes del terreno varían ampliamente, desde muy pronunciadas
a muy leves. Por ejemplo, algunas laderas de
la cuenca del río La Leche, en los Andes Occidentales, Lambayeque, Perú,
exceden el 45% [Fig. 55(a)]
(Ponce, 2008).
En el otro extremo, el Pantanal de Mato Grosso, en Brasil, el humedal más grande del mundo,
presenta pendientes del terreno de aproximadamente 0,001%
Cuanto más plano es el terreno, mayor es la difusión longitudinal y transversal del escurrimiento y consiguiente dispersión de los flujos hacia áreas cada vez mayores. El fenómeno se describe admirablemente mediante un sistema hidráulico no permanente en canal abierto. Combinando las ecuaciones de continuidad y movimiento de agua (despreciando los términos de inercia) se obtiene una ecuación diferencial parcial de segundo orden, la cual describe la convección (traslación) y difusión (atenuación) de un caudal dado (Ponce, 1989):
La velocidad convectiva es la celeridad de la onda cinemática (Seddon, 1900; Lighthill y Whitham, 1955):
El coeficiente de difusión es la difusividad hidráulica (Hayami, 1951; Ponce, 1989):
De la Ecuación 36, se ve que el coeficiente de difusión es inversamente proporcional a la pendiente. Así, las pendientes grandes conducen a una difusión insignificante, mientras que las pendientes suaves conducen a una difusión muy fuerte. La difusión provoca la atenuación de los caudales, afectando las relaciones ecohidrológicas e hidroclimatológicas. Las pendientes cinemáticas, mayores al 1%, no difusionan, saliendo el agua del terreno lo más pronto posible y pasando a formar parte de la escorrentía y, por lo tanto, no forma parte de la evapotranspiración (Ponce, 1989). Por otro lado, para pendientes dinámicas, es decir, aquéllas menos del 0,01%, el flujo se difusiona, se extiende sobre el terreno y el agua tiene una mayor posibilidad de convertirse en evapotranspiración. En la ecología tropical/subtropical, el pulso de inundación estacional/anual, el cual sustenta la zona de transición acuático-terrestre (ZTAT), debe su existencia a las suaves pendientes de las corrientes que generalmente están presentes en grandes cuencas como la del río Alto Paraguay (Fig. 56) (Junk et al., 1989).
En resumen, la densidad de drenaje, pendiente del terreno, profundidad del nivel freático, y la presencia o ausencia de manantiales, son todos factores geomorfológicos que interactúan entre sí para determinar las relaciones ecohidrológicas e hidroclimatológicas. De ellos surge la ecohidroclimatología. 11. ESTUDIOS DE CASO
Se revisan varios estudios de caso de ecohidroclimatología. Se muestra cómo la geomorfología tiene un papel protagónico en la caracterización de las interacciones entre flora, fauna, agua y clima. También se señalan ejemplos de interacción antropogénica.
Cole (1960), en su artículo fundamental sobre la distribución y origen de la vegetación de sabana de Brasil, reconoció la importancia del carácter dinámico de la vegetación y su relación con la evolución del paisaje y el cambio climático. En la conclusión afirma lo siguiente:
Cole (op. cit.) destaca la importancia de la geología y la geomorfología en una matriz de cambio dinámico, en la cual floras (usualmente pertenecientes a dos provincias de humedad contiguas) compiten por los recursos disponibles. En muchos casos, y a veces sin pleno conocimiento, los humanos interfieren con estos procesos naturales, produciendo un cambio acelerado en una dirección u otra. Un ejemplo sorprendente del argumento de Cole a favor de la competencia vegetativa en un entorno geomorfológico está dado por los montículos de tierra que pueblan la llanura aluvial del Río Araguaia, en Mato Grosso, Brasil (Smith, 1971). Cuando se ve desde el aire, el la sorprendente regularidad espacial de los montículos desafía la comprensión (Fig. 57).
El Pantanal de Mato Grosso es el humedal tropical más grande del mundo, abarcando alrededor de El marco ecohidrológico de la cuenca del Alto Paraguay y el Pantanal del Mato Grosso es único en el continente americano. La cuenca está estratégicamente ubicada contigua a cuatro grandes biomas sudamericanos, que lo rodean, ejerciendo su influencia sobre él (Ponce, 1995) (Fig. 58):
La inusual combinación de geología, geomorfología e hidrología ha contribuido a la riqueza y variedad de la vegetación del Pantanal. A su vez, esto ayuda a sostener un grupo diverso de ecosistemas, en la cual una compleja variedad de pantanos permanentes, pantanos estacionales, y tierra firme se repone estacionalmente con abundante humedad, sedimentos y nutrientes (Fig. 59). Todo el proceso depende de la alta tasa de vaporización (estimada en 92%) que caracteriza el balance hidrológico del río Alto Paraguay (Ponce, 1995).
En la literatura existente, la vegetación del Pantanal a menudo se señala como una sola unidad, conocida como el complejo "Pantanal". En realidad, este último es un mosaico de varias comunidades, con frecuentes cambios abruptos a menudo correlacionados con la topografía, y varios ecotonos. El Pantanal no tiene flora endémica propia; más bien, está compuesto por elementos de mata (bosques caducifolios y semideciduos de transición al tropical, selva amazónica y bosque atlántico húmedo), campo (pastizales abiertos), cerrado (sabana bosque), y caatinga (matorrales desérticos). El aspecto más llamativo del Pantanal es su curiosa combinación de vegetación mésica y xérica, las cuales crecen una al lado de la otra, resultado de su combinación única de clima y geomorfología (Tricart, 1982). Hacia el centro del Pantanal, el Clima es marcadamente estacional, con un período de sequía claramente definido. Dada la topografía extremadamente plana, una pequeña diferencia en elevación (1 a 2 m, o menos) es todo lo que es necesario para marcar una gran diferencia en la humedad estacional del suelo, particularmente cuando los estratos subyacentes son aluviones gruesos. Prance y Schaller (1982) y Schaller (1983), entre otros, han notado la fuerte presencia de cerrado en el Pantanal. Estos cerrados están dominados por especies como Bowdichia virgiloides, Caryocar brasiliense, Curatella americana, Qualea parviflora, yTabebuia caraiba, que son propias de los bosques de sabana del centro de Brasil. El cerrado ocurre principalmente en las tierras altas no inundables, pero también hacia el extremo este del Pantanal, en la cual la tierra se inunda sólo por períodos cortos durante la máxima altura de la temporada de inundaciones. Este cerrado húmedo tiende a estar formado por numerosas islas de cerradon (bosque cerrado denso) en áreas ligeramente elevadas que no están sujetas a ser inundadas.
La nitidez del límite campo/cerrado ha sido documentada por Eiten (1975). En 1 m, o incluso 0,5 m, el cambio de los arbustos y árboles bajos del cerrado a la capa herbácea sin plantas leñosas del campo está completa. La razón porque este cambio abrupto parece ser que las plantas del cerrado no pueden establecerse por sí mismas a partir de semillas en suelo continuamente húmedo. En general, el campo ocupa un sitio con una y más baja nivel freático más fluctuante, en la cual el cerrado ocupa el terreno más alto, en la cual el el suelo rara vez permanece saturado. En casi todos los casos, el cerrado se detiene repentinamente en el borde del campo, aparentemente debido a la competencia entre las dos vegetación tipos como comunidades vegetales completas. Las especies del cerrado tolerantes al anegamiento son capaces de crecer en campos abiertos en lugares en la cual el nivel del suelo es sólo unos pocos centímetros más alto que elseen la cual. La observación de que las islas más grandes del paisaje del Pantanal están densamente vestidas con vegetación de cerrado confirma que el nivel freático ejerce un control preciso sobre la límite cerrado/campo.
En el Pantanal, la principal tendencia de variación vegetativa es altamente
correlacionado con la humedad del suelo y la topografía. La patente falta de árboles en condiciones húmedas
campos es sorprendente, particularmente porque una amplia gama de especies leñosas coloniza con éxito
tanto los interfluvios, que son más secos que los campos, y las márgenes del arroyo
(zonas ribereñas o bosques de galería) que son más húmedas. La ausencia de altos,
especies leñosas de zonas
que son intermedias en sus características físicas se atribuye a la fluctuación
naturaleza del nivel freático y humedad asociada del suelo. Por tanto, los árboles son capaces de tolerar tanto
condiciones ambientales permanentemente húmedo (bosque de galería) y húmedo a seco (cerrado), pero
no una alternancia extrema de saturación y desecación
(Cole, 1960). Áreas sujetas a
estos últimos son colonizados con éxito por los elementos herbáceos
(ver vídeo:
Los montículos de tierra con vegetación, condicionados como están por el clima, la hidrología y la geomorfología locales, se encuentran en En muchas partes del mundo se les conoce con diferentes nombres. Por ejemplo, el término montículo se utiliza en el sureste de Estados Unidos para referirse a grupos de árboles, generalmente de madera dura, que forma una isla ecológica en un ecosistema contrastante. Los montículos crecen en áreas elevadas, a menudo de sólo unos pocos centímetros de altura, rodeados de humedales que están demasiado húmedos para sostenerlos.
En el pantano de los Everglades del sur de Florida (Fig. 61), los montículos aparecen como islas en forma de lágrima, modeladas por el
flujo de agua, en medio del pantano (similar a los perfiles aerodinámicos en la navegación aérea)
La génesis de la montículos de tierra parece ser: (a) biótico, a través de la acción de las termitas, que construyen montículos para hábitat y supervivencia; (b) abiótico, por sedimentación diferencial alrededor de la colonia pionera, ser interpretado en tiempo geológico; o (c) mixto, cuando ambas termitas y sedimentación diferencial se unen con el mismo propósito (Ponce y Cunha, 1993 (Vegetated Earthmounds)). La Figura 64 muestra un pequeño montículo de tierra, muy probablemente de origen biótico, en la llanura aluvial del Río Araguaia, en Mato Grosso, Brasil.
Claramente, los procesos que llevaron al desarrollo de los montículos en los Everglades son los mismos procesos responsables de la formación de cabos y murundus en el Pantanal de Mato Grosso y otros ecosistemas tropicales de la ATTZ. Se ve cómo la geomorfología ejerce un control preciso en el límite entre los montículos elevados, que son capaces de albergar vegetación leñosa, y el campos de hierba vecinos, que no lo son.
Que la geomorfología controla el límite entre pastos y otros tipos de vegetación Está mas lejos confirmado por el ejemplo de los campos elevados de los Llanos de Mojos, en el Beni occidental, Bolivia (Denevan, 1966). Los nativos mojos sabían que sus tierras eran demasiado planas y estaban sujetas a inundaciones estacionales. A lo largo de los años, aprendieron que la única manera de alimentar adecuadamente ellos mismos era construir los campos elevados o camellones. Estas características antropogénicas de la El paisaje buscó hacer un paso elevado para las aguas de la inundación con el fin de mantener porciones de tierra lo suficientemente seco durante la mayor parte del año, si no todo. El número y la extensión aérea de estos montículos elevados, la mayoría de los cuales aún sobreviven hasta la fecha, dan fe del ingenio y perseverancia de los pueblos originarios de los Llanos de Mojos. Denevan (op. cit.) ha estimado un mínimo de 100.000 campos drenados que ocupan 15.000 acres repartidos de manera desigual en un área de 30.000 metros cuadrados millas en el Beni occidental (Figs. 65 y 66).
La justificación de la existencia de los montículos elevados invita a una consideración cuidadosa. En este sentido, el conocimiento del equilibrio de nutrientes puede ayudar a aclarar la cuestión. (Delwiche, 1970). Se requiere exportación de nutrientes en el manejo. de ecosistemas artificiales. La exportación de nutrientes no puede realizarse en presencia de un ciclo de nutrientes eficaz. En ausencia de insumos externos, un ecosistema desnitrificante naturalmente no funcionará bien para la agricultura, porque el nitrógeno se perderá (regresará a la atmósfera) y no estará disponible para la exportación. En ciertos ecosistemas de pulso de inundación, la combinación de clima, la geomorfología, y la hidrología es tal que favorece la desnitrificación. periodos alternos de La aerobiosis y anaerobiosis en un ecosistema natural conducirá a la nitrificación, seguida de desnitrificación, y por tanto, el retorno del nitrógeno a la atmósfera (Welch, 1982). aerobiosis ocurre durante el período seco; anaerobiosis durante el período húmedo o de inundación, si este último dura bastante.
Un pulso de inundación anual, con una secuencia de períodos secos y húmedos que duran aproximadamente seis meses cada uno, tendrán tendencia a cerrar el ciclo del nitrógeno. [Tenga en cuenta que la tasa de difusión de oxígeno en el agua es 10.000 veces menor que la del aire]. La exportación de nutrientes antropogénicos será difícil en tales condiciones. el desnitrificante Los ecosistemas pueden ser adecuados para otros usos, como pastoreo de ganado y hábitat de vida silvestre. pero no para la agricultura intensiva. En tales ecosistemas de pulso de inundación, la supervivencia de las comunidades vegetales leñosas depende de su relación simbiótica con los montículos de tierra (Ponce, 2009a). Si estos montículos fueron construidos por la naturaleza o por los humanos es irrelevante. Ambos montículos logran el mismo propósito: proporcionar un entorno en el que la vegetación distinta de los pastos pueda sobrevivir y florecer.
El impacto de la geomorfología en la ecohidrología es de gran alcance e involucra cuestiones no sólo de gestión del agua sino también de gestión de la sal. Un caso extremo de combinación natural/antropógena. el secuestro de sal está representado por la cuenca del lago Tulare, cerca del extremo sur del valle central de California (Fig. 67). A lo largo del tiempo geológico, el lago Tulare ha funcionado como una cuenca endorreica la mayor parte del tiempo, recogiendo sus propios recursos locales y regionales. escorrentía [Fig. 67(a)]. Sin embargo, durante los períodos de inundaciones extremas, la escorrentía hacia el lago Tulare [mostrada en la Fig. 67 (b) como el área casi circular de color verde oscuro al norte del río Kern] invertiría la dirección y fluiría hacia el norte, hacia los valles de los ríos Reyes y San Joaquín. De 1850 a 1878, el lago se desbordó en 19 de 29 años. Así, históricamente, el lago Tulare funcionó como una cuenca semiendorreica, con desbordamiento ocasional hacia el norte, lo que puede haber ayudado a mantener la cuenca cerca de la sal equilibrio (Ponce, 2009b).
Desde la década de 1890, el desarrollo del riego en el lago Tulare y sus alrededores ha dado como resultado la conversión de toda la escorrentía en vaporización.
Si bien la intención (del riego) es convertir la escorrentía en evapotranspiración, una porción importante de la escorrentía en realidad se convierte en
Evaporación (procedente de estanques de abastecimiento de agua y cuencas de evaporación).
Cada gota de agua que precipita en la cuenca ahora se captura en la cuenca del lago Tulare;
por lo tanto, no se permite que salga ni un ápice de sal de la cuenca.
Por el momento, el sistema de riego funciona porque el sistema de drenaje aleja la salmuera de la zona de las raíces,
lo manipula y lo acumula en cubetas de evaporación (Fig. 68).
A medida que el sistema continúa funcionando, se hace evidente la necesidad de depósitos de evaporación adicionales.
Sin embargo, está claro que el sistema es insostenible y conlleva la certeza de su eventual desaparición.
(ver vídeo:
F. Los lineamientos vegetativos de Tierra del Sol, California Una característica distintiva de la geología y la geomorfología es su capacidad para Afectan los tipos y extensión de la vegetación en la superficie de la Tierra. Bien conocidos son los corredores ribereños, impulsados por aguas subterráneas, y ubicado a lo largo de los lados de los arroyos (Fig. 51). Menos conocido son los lineamientos vegetativos, que se presentan en localidades de tierras altas, en ausencia de arroyos. Cuando se ve desde el aire, los lineamientos se ven más oscuros. puntos de orientación longitudinal aproximada. Aparecen como tales o son evidentes por contrastes de terreno o terreno. cubierta a cada lado. En Tierra del Sol, condado de San Diego, California, se ha documentado un número sustancial de lineamientos. (Ponce, 2006). La región se encuentra dentro del plutón La Posta, una intrusión ígnea profundamente arraigada dentro Batolito de la Cordillera Peninsular de California (Walawender et al., 1990). los lineamientos generalmente se remontan a fallas, uniones o límites entre estratigráficos. formaciones. El agua subterránea se filtra a través de estas fallas en roca cristalina (en este caso, granodiorita) para sostener el Características vegetativas longitudinales.
La Figura 69 muestra un lineamiento importante ubicado al este de
Arroyo Tierra del Sol, cerca de la esquina inferior derecha de la figura,
con dirección predominante de noroeste a sureste. Inspección de campo
demostró que este lineamiento está compuesto por rodales gruesos de caña roja
(Adenostoma sparsifolium)
La Figura 71 muestra una imagen infrarroja (con la vegetación en rojo) que cubre aproximadamente la misma área que la Fig. 69. Como era de esperar, los principales cursos de drenaje (Arroyo Tierra del Sol y afluentes) presentan bosques ribereños de robles costeros (mostrados como puntos rojos en la Fig. 71), que extraen su humedad del Zonas vadosa y freática. El lineamiento grueso en la esquina inferior derecha. Está situado en una zona montañosa, es decir, no sigue ningún curso de agua claramente definido. Sin embargo, se ve que está formado por grandes arbustos (mandíbula roja) y árboles (especies de robles). con una afinidad por el agua demostrada.
En Tierra del Sol, la interacción sustancial entre geología y geomorfología, por un lado, y las comunidades vegetales, por otro lado, han sido documentadas con ejemplos de campo. Comunidades ribereñas y lineamientos vegetativos son sólo dos de los vínculos que posibilitan el estudio de la ecohidroclimatología.
Las perturbaciones antropogénicas pueden producir condiciones geomorfológicas que tienen efectos ecohidroclimatológicos, como lo demuestra claramente la experiencia de Camp Creek (Ponce, 1990). Camp Creek, un afluente del río Crooked, se encuentra en el condado de Crook, en el centro semiárido de Oregón. Tiene unos 64 km de longitud, incluidas sus bifurcaciones sur, medio y oeste. Antes de un asentamiento extenso en la década de 1850, El área drenada por Camp Creek era una pradera húmeda, con vegetación predominantemente herbácea y un Nivel freático poco profundo mantenido dentro del alcance de las raíces durante todo el año. las hierbas fomentó la infiltración del suelo y hizo posible la reposición efectiva de los acuíferos año tras año. Hacia finales del siglo XIX, el pastoreo excesivo de la pradera provocó un aumento de la escorrentía superficial y la aparición de barrancos. desarrollo. En estas condiciones, graves inundaciones provocaron un desarrollo acelerado de barrancos que provocaron hasta el canal tallado (con márgenes casi verticales) que ahora atraviesa la pradera (Fig. 72). Winegar (1977) tiene profundidades documentadas de 4,5 a 7,5 m y anchos de 7,5 a 30 m.
Con el tiempo, la reposición inadecuada del acuífero provocó el drenaje de la pradera. y al descenso del nivel freático hasta el punto en que quedó permanentemente fuera de su alcance de la mayoría de las especies herbáceas. Durante las décadas siguientes, el valle de Camp Creek sufrió un cambio de una pradera húmeda a una zona predominantemente seca, con artemisa (Artemisia sp.) ocupando la antigua pradera. Alrededor de 1968, el Departamento de Pesca y Vida Silvestre de Oregón y la Oficina de Administración de Tierras tomaron medidas audaces revertir la desertificación del valle de Camp Creek. Se cercaron aproximadamente 6 kilómetros del arroyo para excluir ganadería (Elmore y Beschta, 1987). A lo largo de los años transcurridos desde el vallado original, la exclusión del ganado ha permitido el establecimiento de una zona ribereña saludable en el lecho del arroyo. Esto había provocado una acumulación del lecho del río, un canal de bajo flujo más profundo y más estable, y una reducción en la carga de sedimentos, con agradación neta continuando hasta la fecha. La Figura 73 muestra dos instantáneas del mismo tramo de Camp Creek, tomadas en 1989 y 2004. Agradación del lecho del canal en un período de 15 años se estima en 0,6-0,9 m. Al ritmo actual de agradación, Se puede esperar la recuperación total de la pradera de Camp Creek en 50 a 100 años. La experiencia de Camp Creek es un ejemplo de cómo una gestión inteligente abordó eficazmente las perturbaciones antropogénicas. para permitir la recuperación de una cuenca degradada. La lección que hay que aprender son las diferentes escalas temporales de la geomorfología. procesos de erosión y deposición (sedimentación). Si bien la erosión puede tardar algunos eventos o estaciones, la deposición y la recuperación total generalmente se miden en décadas.
H. La restauración de Red Clover Creek, California Red Clover Creek es un afluente del río North Fork Feather, en el condado de Plumas, California. Antes de la década de 1950, Red Clover Creek era un arroyo relativamente poco profundo. con un flujo base permanente que sustenta una excelente pesquería. Aproximadamente en ese momento, Se introdujeron programas federales para eliminar los sauces. (freatofitos) mediante fumigación aérea con herbicidas. Además, más Se eliminaron trescientos castores del sistema. Estas acciones, junto con Los efectos duraderos del pastoreo intenso y un sistema de ferrocarril maderero abandonado. Las pendientes del valle llevaron a Red Clover Creek al borde del colapso. La inundación de 1955 fue el catalizador de la formación masiva de barrancos a través del valle, que continuó durante la mayor parte de la década de 1980. Una vez que se formó el barranco, el nivel freático regional descendió, El flujo base prácticamente se perdió, y sobrevino la erosión y el transporte de sedimentos. Después de muchos años de gestión inteligente, Red Clover Creek ahora ha regresado a su estado anterior: estable, autosostenible y con flujo base permanente. Los trabajos de restauración comenzaron en 1985 con la construcción de cuatro diques de contención de roca suelta. Varios años más tarde, se desarrolló una nueva técnica para utilizarla en lugar de las presas de control. Denominado "estanque y tapón", busca eliminar la cárcava mediante excavación y relleno in situ, obligando a que el nivel del agua en el valle aumente para encontrarse con los canales remanentes históricos y llanura aluvial. En 2006, esta técnica se utilizó en partes de Red Clover Creek. aguas abajo del proyecto original de la presa de control. Después del tratamiento de 4,5 millas del canal del arroyo, el proyecto se encuentra en plena recuperación, como lo muestran las instantáneas cronometradas de la Fig. 74. La restauración elevó el nivel de la superficie del agua hasta 14 pies en algunos lugares (ver vídeo:The Story of Red Clover Creek).
La experiencia de Red Clover Creek es un ejemplo de restauración exitosa de un arroyo después de la degradación por perturbaciones antropogénicas. Aquí nuevamente, se muestra cómo la geomorfología interactúa con la hidrología y la ecología para permitir un retorno a la estabilidad productiva del ecosistema. 12. SUMMARY
La geomorfología sirve como vínculo entre la ecología, la hidrología y la climatología, apuntalando eficazmente el nuevo campo de la ecohidroclimatología. El agua subterránea existe en todas partes en el suelo y manto rocoso, a mayor profundidad en regiones áridas y menos profunda en regiones húmedas. Por tanto, la distribución de las plantas en la superficie terrestre viene determinada por:
La importancia de la geomorfología se ve atenuada por dos factores:
Se utilizan varios estudios de caso para mostrar cómo el conocimiento de la geomorfología es esencial para la comprensión básica. de una amplia clase de procesos en ecohidroclimatología. BIBLIOGRAFÍA
Alley, W. M., T. E. Reilly, y. O. E. Franke. 1999. Sustainability of groundwater resources. U.S. Geological Survey Circular 1186, Denver, Colorado, 79 p. Arrhenius, S., 1896. On the influence of carbonic acid in the air upon the temperature of the ground. Philosophical Magazine y Journal of Science, Series 5. Vol. 41, No. 251, April, 237-276.
Balek, J. 1983. Hydrology y water resources in tropical regions. Developments in Water Science, 18, Elsevier Science Publishers BV, Amsterdam, Netherlands. Beatty, S. W. 1984. Vegetation y soil patterns in Southern California chaparral communities. In B. Dell, editor, Medecos IV: Proceedings, 4th International Conference on Mediterranean Ecosystems, August 13-17, 1984, The Botany Department, University of Western Australia, Nedlands, Australia, 4-5.
Benton, G. S., R. T. Blackburn, y V. O. Snead. 1950. The role of the atmosphere in the hydrologic cycle. Eos Transactions, American Geophysical Union, Vol. 31, No. 1, 61-73.
Bredehoeft, J. 1997. Safe yield y the water budget myth. Editorial, Ground Water, Vol. 35. No. 6, page 29, November-December.
Budyko, M. I., y O. A. Drozdov. 1953. Characteristics of the moisture circulation in the atmosphere. Izv. Akad. Nauk. SSSR Ser. Geogr. Geofiz, 4, 5-14.
Chebotarev, I. I. 1955. Metamorphism of natural waters in the crust of weathering. Geochimica et Cosmochimica Acta, Vol. 8, 22-48, 137-170, 198-212.
Cloud, P., y A. Gibor. The oxygen cycle. Scientific American, Vol. 223, No. 3, September, 111-123.
Cole, M. 1960. Cerrado, caatinga, y pantanal: The distribution y origin of the savanna vegetation of Brazil. Geographical Journal, Vol. 129, 168-179.
Cushing, E. M., E, H. Boswell, y R. L. Hosman. 1964. General Geología of the Mississippi Embayment. U.S. Geological Survey Professional Paper 448-B, Washington, D.C.
Delwiche, C. C. 1970. The nitrogen cycle. Scientific American, Vol. 23, No. 3, September, 137-147. Denevan, W. M. 1966. The aboriginal cultural geography of the Llanos de Mojos of Bolivia, Iberoamericana, 48, University of California Press, Berkeley y Los Angeles. Eiten, G. 1975. The vegetation of the Serra do Roncador. Biotropica, 7, 112-135. Elmore, W., y R. L. Beschta. 1987. Riparian Areas: Perceptions in Management, Rangelands, Vol. 9, No. 6, December, 260-265.
Entekhabi, D., I. Rodriguez-Iturbe, y R. L. Bras. 1992. Variability in large-scale water balance with land surface-atmosphere interactions. Journal of Climate, Vol. 5. 798-813.
Fuller, M. L. 1911. Protection of shallow wells in sandy deposits. U.S. Geological Survey Water Supply Paper No. 258, Washington, D.C. Furley, P. A., y J. A. Ratter. 1988. Soil resources y plant communities of the Central Brazilian cerrado y their development. J. Biogeography, 15. 97-108. Hayami, I. 1951. On the propagation of flood waves. Bulletin, Disaster Prevention Research Institute, No. 1, December.
Holdridge, L. R. 1947. Determinations of world plants formations from simple climatic data. Science, 105 (2727), 367-368.
Horton, R. E. 1933. The role of infiltration in the hydrologic cycle. Transactions, American Geophysical Union, Vol. 14, 446-460.
Hutchinson, G. E. 1970. The biosphere. Scientific American, Vol. 23, No. 3, September, 45-53.
Junk, W. J., P. B. Bailey, y R. E. Sparks. 1989. The flood-pulse concept in river-floodplain systems. Proceedings of the International Large River Symposium, Canadian Special Publication Fishing y Aquatic Sciences 106, 110-117.
Lettau, H., K. Lettau, y L. C. B. Molion. 1979. Amazonia's hydrologic cycle y the role of atmospheric recycling in assessing deforestation effects. Monthly Weather Review, Vol. 107, 227-237. Lighthill, M. J., y G. B. Whitham. 1955. On kinematic waves: I. Flood movement in long rivers. Proceedings, Royal Society of London, Series A, 229, 281-316.
L'vovich, M. I. 1979. World water resources y their future. Translation from Russian by Raymond L. Nace, American Geophysical Union.
Meinzer, O. E. 1927. Plants as indicators of ground water. U.S. Geological Survey Water Supply Paper 577, Washington, D.C.
Ponce, V. M. 1989. Engineering hydrology: Principles y practices. Prentice Hall, Englewood Cliffs, New Jersey. Ponce, V. M., y D. S. Lindquist. 1990. Management of baseflow augmentation: A review. Water Resources Bulletin, Vol. 26, No. 2, 259-268, April
Ponce, V. M., y C. N. da Cunha. 1993. Vegetated earthmounds in tropical savannas of Central Brazil: A synthesis; with special reference to the Pantanal of Mato Grosso. Journal of Biogeography, Vol. 20, 219-225.
Ponce, V. M., 1995. Hydrologic y environmental impact of the Parana-Paraguay Waterway on the Pantanal of Mato Grosso. Report, San Diego State University, San Diego, California, August.
Ponce, V. M., y A. V. Shetty. 1995a. A conceptual model of catchment balance: 1. Formulation y calibration. Journal of Hydrology, 173, 27-40.
Ponce, V. M., y A. V. Shetty. 1995b. A conceptual model of catchment balance: 2. Application to runoff y baseflow modeling. Journal of Hydrology, 173, 41-50.
Ponce, V. M., y R. H. Hawkins. 1996. Runoff curve number: Has it reached maturity? Journal of Hydrologic Engineering, ASCE, Vol. 1, No. 1, 11-19.
Ponce, V. M. 1996. Notes on my conversation with Vic Mockus. Online feature.
Ponce, V. M., A. K. Lohani, y P. T. Huston. 1997. Surface albedo y water resources: Hydroclimatological impact of human activities. Journal of Hydrologic Engineering, ASCE, Vol. 2, No. 4, October, 197-203.
Ponce, V. M., R. P. Pandey, y S. Ercan. 2000. Characterization of drought across climatic spectrum. Journal of Hydrologic Engineering, ASCE, Vol. 5. No. 2, April, 222-224.
Ponce, V. M., 2006. Impact of the proposed Campo landfill on the hydrology of the Tierra del Sol watershed. Online report.
Ponce, V. M., 2007. Sustainable yield of groundwater. Online report.
Ponce, V. M., 2008. Flood hydrology of the La Leche river, Lambayeque, Peru. Online report.
Ponce, V. M., 2009a. Nutrient balance under flood pulse. Online article.
Ponce, V. M., 2009b. Sustainable runoff for basin salt balance. Online article.
Ponce, V. M., 2011. The science of global warming. Online article.
Ponce, V. M., 2012. The salinity of groundwaters. Online article.
Ponce, V. M., 2013. Impacts of Soitec solar projects on Boulevard y surrounding communities, San Diego County, California. Online report. Prance, G. T., y G. B. Schaller. 1982. Preliminary study of some vegetation types of the Pantanal, Mato Grosso, Brazil. Brittonia, 34, 228-251. Prudic, D. E., y M. E. Herman. 1996. Ground-water flow y simulated effects of development in Paradise Valley, a basin tributary to the Humboldt River, in Humboldt County, Nevada. U.S. Geological Survey Professional Paper 1409-F.
Pulgar, I., J. Izco, y O. Jadan. 2010. Flora selecta de los pajonales de Loja, Ecuador. Ediciones Abya-Yala, Quito, Ecuador. 175 p.
Rivas-Martínez, S. 2007. Mapa de series, geoseries, y geopermaseries de vegetación de España. Memoria del mapa de vegetación potential de España. I. Itinera Geobotanica, Vol. 17, 5-435.
Salati, E., A. Dall'Olio, E. Matsui, y J. R. Gat. 1979. Recycling of water in the Amazon basin: An isotopic study. Water Resources Research, Vol. 15. No. 5. 1250-1258.
Salati, E., y P. B. Vose. 1984. Amazon basin: A system in equilibrium. Science, 225(4659), 129-138. Schaller, G. B. 1983. Mammals y their biomass on a Brazilian ranch. Arquivos de Zoologia, Museu de Zoologia da Universidade de São Paulo, 31(1), 1-36. Seddon, J. A. 1900. River hydraulics. Transactions, ASCE, Vol. XLIII, 179-243, June. Smith, A. 1971. Mato Grosso: Last virgin land. Dutton, New York. Sophocleous, M. (1997). Managing water resources systems: Why "safe yield" is not sustainable. Ground Water, Vol. 35. No.4, July-August, 561.
Stidd, C. K. 1975. Irrigation increases rainfall? Science, Vol. 188, 279-180. Tricart, J. 1982. El Pantanal: Un ejemplo del impacto de la geomorfología sobre el medio ambiente. Geografía, 7(13-14), 37-50, São Paulo, Brazil. Walawender, M. J., R. G. Gastil, J. P. Clinkenbeard, W. V. McCormick, B. G. Eastman, R. S. Wermicke, M. S., Wardlaw, S. H. Gunn, y B. M. Smith. (1990). Origin y evolution of the zoned La Posta-type plutons, eastern Peninsular Ranges batholith, Southern y Baja California. In "The Nature y Origin of Cordilleran Magmatism," J. Lawford Anderson, editor, Memoir 174, Geological Society of America, Boulder, Colorado.
Welch, E. B. 1982. Ecological effects of wastewater, Second Edition, Chapman y Hall, London. Winegar, H. H. 1977. Camp Creek Channel Fencing--Plant, Wildlife, Soil y Water Response, Rangeman's Journal, Vol. 4 No. 1, February, 10-12. World water balance y water resources of the Earth. (1978). USSR Committee for the International Hydrologic Decade, UNESCO, Paris.
|
Documents in Portable Document Format (PDF) require Adobe Acrobat Reader 5.0 or higher to view; download Adobe Acrobat Reader. |